(dpa) – Las principales compañías navieras se esfuerzan por encontrar un equilibrio entre el respeto al medio ambiente y lo que es económicamente viable. Una serie de nuevos transatlánticos anunciados con orgullo prometen proteger el mar, el aire y el clima. ¿Es posible hacer realidad el sueño de disfrutar de unas vacaciones en crucero sin cargo de conciencia por el medio ambiente?

Las nuevas generaciones de buques reducen al menos sus emisiones nocivas, por ejemplo, mediante una combinación energética eficiente de combustibles fósiles con un sistema de baterías o pilas de combustible. Muchos detalles en el diseño del barco y el funcionamiento a bordo mejoran el equilibrio climático. Sönke Diesener, de la Unión Alemana para la Conservación de la Naturaleza y la Biodiversidad (NABU), habla de «soluciones prometedoras».
Algunas compañías navieras han optimizado sus flotas. «Pero las vacaciones en crucero siguen sin ser respetuosas con el medio ambiente», afirma el responsable de política medioambiental y transporte de NABU. El fuelóleo pesado, altamente contaminante, sigue dominando los océanos del mundo.
Los motores impulsados por fuelóleo pesado dañan el medio ambiente con emisiones de óxido de azufre, óxido de nitrógeno, partículas y hollín, y contribuyen a la crisis climática con emisiones de dióxido de carbono (CO2). Los combustibles con menos emisiones, como los gasóleos marinos, son más caros y emiten una cantidad apenas inferior de CO2.
Incluso el menos contaminante GNL o gas natural licuado, que se considera una solución de transición para los cruceros que aspiran a reducir el impacto ambiental, solo consigue una reducción de CO2 de alrededor del 20 por ciento. Y también tiene desventajas, como explica Katharina Koppe, de la Agencia Alemana de Medio Ambiente: «Durante la producción, el transporte y el funcionamiento se escapa a la atmósfera metano, que es perjudicial para el clima, lo que reduce la ventaja del CO2 y hace que el balance climático sea, en algunos casos, incluso peor que el de los barcos con diésel marino».
Algunas compañías navieras cumplen la normativa de la Organización Marítima Internacional (OMI), organismo de las Naciones Unidas responsable del transporte marítimo, equipando sus barcos con sistemas de lavado de gases o «scrubbers», que, sin embargo, aumentan el consumo de energía. Además, las aguas de lavado contaminadas suelen eliminarse en el mar.
El operador alemán de cruceros Tui Cruises afirma que, gracias a los «scrubbers», los convertidores catalíticos de óxido de nitrógeno y los filtros de partículas de hollín, seis barcos de su flota emiten hasta un 99 por ciento menos de azufre, un 75 menos menos de óxido de nitrógeno y un 60 por ciento menos de partículas nocivas. La compañía asegura también que los residuos son eliminados adecuadamente en tierra.
Los objetivos de TUI son ambiciosos. En 2030, los primeros barcos de su flota serán completamente neutros desde el punto de vista climático, según declaró recientemente el máximo ejecutivo de Tui Cruises, Wybcke Meier, al diario alemán «Tagesspiegel». Según Meier, sin embargo, hay una gran incógnita: la disponibilidad suficiente de biocombustibles.
La línea alemana de cruceros Aida Cruises apuesta principalmente por el GNL fósil, que algún día podría ser sustituido por combustible sintético o biogénico. Otras compañías alemanas, como Hapag Lloyd o Plantours, navegan con gasóleo marino.
La energía de la red eléctrica procedente de fuentes renovables se considera actualmente un rayo de esperanza. La posibilidad de conectar los barcos a la red eléctrica del puerto contribuirá a disminuir las emisiones y reduce el ruido y las vibraciones.
«La energía de la red eléctrica producida ecológicamente será muy importante en la combinación energética ecológica de los viajes en crucero», opina el catedrático alemán Harald Zeiss, especializado en sostenibilidad y turismo.
Sin embargo, mientras que casi la mitad de los buques podrán disponer pronto de energía en tierra o podrán adaptarse rápidamente a ella, según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), hasta ahora solo hay 14 puertos en todo el mundo con las correspondientes conexiones. Entre ellos se encuentran los alemanes de Hamburgo, Kiel y Rostock-Warnemünde, además de Bergen y Trondheim en Noruega y Southampton en Inglaterra.
Cambios de ruta y una conducción eficiente asistida por un sofisticado software, además de revestimientos exteriores para reducir la resistencia aerodinámica, pueden contribuir a disminuir el consumo de combustible. Además, hay nuevas técnicas inocuas para evitar las incrustaciones de vegetación y fauna marinas en el sistema de refrigeración. En la gestión de los hoteles, que consumen hasta el 50 por ciento de la energía del barco, también se están introduciendo cambios.
«Algunos gigantes oceánicos disponen de mejores sistemas de eliminación de residuos y tratamiento de aguas residuales que un pequeño municipio», afirma Diesener, consultor de NABU. Detalles como los productos de limpieza y cuidado biodegradables, la optimización de los sistemas de aire acondicionado o la recuperación de la energía de frenado de los ascensores y las excursiones en tierra ecológicas y justas son otros pasos hacia una mayor protección del medio ambiente y la sostenibilidad.
Noruega está considerado actualmente como un país pionero en el camino hacia un transporte marítimo respetuoso con el clima. Los barcos de la línea rápida de transporte diario Hurtigruten funcionan con gasóleo marino, que se mezcla con hasta un 20 por ciento de biodiésel procedente de residuos alimentarios.
Para 2030, la naviera quiere poder ofrecer cruceros sin emisiones. El nuevo competidor en la así llamada «ruta rápida», Havila Kystruten, apuesta por la gestión de energía controlada por ordenador de su sistema combinado de GNL y baterías. Los barcos pueden funcionar en modo puramente eléctrico hasta cuatro horas.
En aguas internacionales, los buques están autorizados a navegar con fuelóleo pesado. En las zonas costeras y en las zonas especiales designadas por la OMI como Zonas de Control de Emisiones (ZCE) se aplican normas más estrictas en cuanto a la emisión de óxidos de azufre y nitrógeno. Entre ellas se encuentran el mar Báltico y el mar del Norte, las costas de Estados Unidos y Canadá, incluidas las aguas que rodean Hawai y el Caribe estadounidense, algunas zonas de China y, en general, todos los puertos de la Unión Europea.
En el Antártico y, en el futuro, en el Ártico, los barcos no pueden llevar fuel pesado a bordo como medida de precaución.
El periodista alemán especializado en cruceros Franz Neumeier sugiere «cruceros cortos en las cercanías y con llegada en tren» como opción ecológica para turistas. De hecho, los vuelos largos empeoran considerablemente la huella de CO2 de las vacaciones.
Los cruceristas pueden compensar voluntariamente el CO2 con una suma de dinero adicional y así equilibrar al menos los gases de efecto invernadero emitidos por cabeza durante el viaje.
Por Karin Willen (dpa)