(dpa) – Cuarenta y dos kilos de perro y cien por ciento de concentración: Esa es la imagen que transmite el rottweiler Yam cuando levanta la mirada hacia su guía Darius Szeliga. El macho de seis años y color negro está sentado en el centro penitenciario de la ciudad alemana de Colonia a la espera de la orden para intervenir.
No hay drogas ni teléfonos celulares que se le escapen a Yam. Según el Ministerio de Justicia del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia, es el único perro al servicio de la Policía que es capaz de detectar con su olfato tanto drogas como celulares, memorias USB o tarjetas SIM.
Yam inspira profundamente en el espacio enrejado. Su delicada nariz detecta un móvil enterrado bajo haces de leña tan rápido como una bolsita con droga oculta en una alfombra enrrollada. Pero no ladra.
«De lo contrario, todos los reclusos sabrían enseguida que está actuando un perro rastreador», explica Szeliga. Y después de todo se trata de incautar las drogas escondidas antes de que el detenido tenga oportunidad de deshacerse de ellas en el inodoro, por ejemplo.
El ministro de Justicia de de Renania del Norte-Westfalia, Peter Biesenbach, está orgulloso de este ayudante de cuatro patas. «El buen olfato de un perro busca mejor que cualquier par de ojos», dice.
Pero aunque en el collar de Yam se lea en grandes letras «justicia», el animal aún no tiene «empleo fijo». «Está en fase piloto de pruebas en lo que a búsquedas de memorias USB y teléfonos móviles escondidos se refiere», explica Szeliga.
«A finales del primer semestre, haremos un balance para estar seguros de que la capacidad de detectar celulares no suponga limitaciones en la búsqueda de drogas», explica Biesenbach. «Si el ensayo de campo es exitoso, en el futuro entrenaremos a más perros rastreadores de drogas para que también puedan detectar celulares».
En la primera fase de pruebas, entre mayo y octubre de 2018, Yam detectó en 37 intervenciones en busca de estupefacientes diez celulares «como captura accesoria», relata Szeliga. El experimentado entrenador preparó a su perro para detectar todos los móviles posibles, con sus diferentes componentes y «moléculas aromáticas»: aparatos viejos, nuevos, grandes y pequeños.
A diferencia de los detectores técnicos de celulares, Yam también los encuentra si están apagados. Y eso que los reclusos son muy inventivos en cuanto a lugares donde ocultarlos: «Ya hemos encontrado celulares pequeños o drogas en desodorantes de bola vacíos o hachís en papas ahuecadas», cuenta Szeliga.
Las drogas y los celulares prohibidos no son nimiedades en la cárcel. «Al que se le encuentra alguna de las dos cosas se le aplica un castigo», advierte el ministro de Justicia. «Por ejemplo, pueden ser revocadas las medidas que aligeran la prisión y también se pone en riesgo una posible puesta en libertad anticipada».
La escuadrilla de perros rastreadores de la Justicia de Renania del Norte-Westfalia será ampliada próximamente en cinco animales. Para ello, los cuatro ovejeros belgas Freya, Jada, Rex y Sira así como el ovejero holandés Thor deberán pasar una prueba en la escuela policial ubicada en el castillo Holte-Stukenbrock.
Con ellos, también cuatro nuevos guías recibirán su certificado. La zona de intervención de la escuadrilla son los 36 establecimientos penitenciarios que hay en ese estado alemán. En el plan de estudios, figuran opio, heroína, marihuana, hachís, cocaína así como éxtasis y otras anfetaminas.
Cuando Szeliga busca nuevos ayudantes, valora sobre todo el carácter, el comportamiento, la movilidad, la tolerancia a la frustración y la capacidad de concentración de los animales. La formación de un perro rastreador en general dura entre tres y cuatro meses y medio. No existen «talentos naturales» en el condicionamiento para celulares, dice el entrenador. «Eso se puede lograr con cualquier perro rastreador», agrega.
Las autoridades alemanas no tienen cifras precisas de cuántos perros hay al servicio de la Policía rastreando drogas, móviles, soportes informáticos, dinero en efectivo o cadáveres. No hay estadísticas al respecto, señalan desde los ministerios. Pero Renania del Norte-Westfalia tiene en claro que también en los próximos años seguirá ampliando sus unidades de perros rastreadores.
Por Bettina Grönewald (dpa)