(dpa) – Sila es una superviviente del terremoto que sacudió Turquía en febrero. La perra doberman, de dos años, tuvo que resistir 29 días bajo los escombros hasta que fue rescatada a principios de marzo.
Junto a Sila, aparecieron también tres cachorros recién nacidos, según revelaron las imágenes del rescate.
El terremoto del 6 de febrero en Turquía y el norte de Siria causó la muerte de más de 56.000 personas, arrasó con regiones enteras y sepultó, hirió y traumatizó a cientos de animales.
Desde entonces, se instalaron centros provisionales de acogida y cuidado de los animales en la región del terremoto.
Saygin Narcin, de la Asociación Protectora de Animales Haytap, llegó a la ciudad de Antioquía y ayudó a montar una clínica veterinaria en la ciudad de Antioquía, que quedó completamente devastada.
«Tratamos a gatos y perros, pero también a pájaros, ovejas, corderos, tortugas, ratones y conejos», señala el veterinario que llegó a la ciudad 20 horas después del sismo y se quedó allí por cuatro semanas.
«Como no había electricidad en las ciudades y, por lo tanto, tampoco alumbrado en las calles, muchos animales sufrieron golpes y heridas tras el terremoto», cuenta Narcin a dpa, ya de regreso en Estambul.
El abastecimiento sigue siendo un problema crítico, con falta de agua y alimentos. Por eso, muchos animales fueron evacuados de la región a centros de rescate.
Un refugio es la Granja de los Ángeles, en Izmir, en el oeste de Turquía. Ya casi no hay más lugar. Antes del terremoto, el centro se ocupaba de 3.500 animales, ahora hay 5.000 y el número sigue creciendo. Permanentemente llegan coches con animales en jaulas.
Un equipo de 20 miembros estuvo en la región del terremoto en los primeros días tras la catástrofe. En realidad, según el fundador de la granja, Figen Akgül, el rescate de animales pasó en muchas ocasiones a un segundo plano para ellos debido a que había muchas víctimas humanas bajo los escombros. Entre otros, también un bebé rescatado debe su vida a los trabajadores de la protectora de animales.
Los animales que ahora se encuentran en el refugio de Izmir llevaban en muchos casos varios días sin comer ni beber, por lo que sufrieron fallos orgánicos. A un gato tuvieron que amputarle una pata y a otro los dos ojos.
Ya antes del terremoto, en la vecina Siria, los defensores de los derechos de los animales y los trabajadores de ayuda humanitaria luchaban contra las condiciones extremas provocadas por la guerra civil.
«Siempre trabajamos en zonas conflictivas», señala Mohammed Wattar, de la Casa de los Gatos Ernesto, en Idlib. «Pero el sismo trajo el desastre. Hemos visto vacas sobre las cuales se derrumbaron tejados. Vimos animales con heridas muy graves», agregó.
Los socorristas atendieron a unos 1.300 animales sobre el terreno tras el terremoto, incluidos gallinas, burros, cabras y rebaños enteros de ovejas. Por otra parte, en la Casa de los Gatos hay tantos gatos que se hace casi imposible contarlos en las fotos.
Dos meses después de los terremotos, un equipo de rescate aún sale dos veces por semana a cuidar a los animales en los alrededores de Idlib. Llevan grandes bolsas de comida seca y medicinas.
«Cualquiera que se acerque y tenga un animal necesitado recibe ayuda», comenta Christoph May, de la Sociedad Mundial Protectora de Animales de Berlín, asociada a la Granja de los Ángeles y a la Casa de los Gatos Ernesto en Turquía.
«Pasó bastante tiempo antes de que los animales volvieran a mostrarse», cuenta May, en referencia a los gatos que lograron salvarse en escondites durante el terremoto. «Estaban trastornados. Todo su entorno se desintegró repentinamente y quedó reducido a escombros», explica.
Muchos gatos y perros se quedaron de repente sin sus dueños porque la gente de su entorno murió o abandonó la zona.
La adopción de animales requiere tiempo y más fondos, explica Wiebke Plasse, colega de May, que viajó a la región tras la catástrofe.
Sin embargo, según Akgül, los fondos faltan en muchos lugares. Aunque la gente sigue buscando a sus mascotas en las redes sociales con fotos, la disposición general a ayudar disminuyó claramente.
Inmediatamente después del terremoto, muchas personas solicitaron la adopción de un animal. Pero al igual que la atención a las necesidades y preocupaciones de los habitantes de la región, esta inquietud disminuyó rápidamente.
Por Anne Pollmann y Johannes Sadek (dpa)