(dpa) – Muchas personas viven una comida de negocios como una obligación desagradable más que como un evento divertido. Y es que entre el aperitivo, el postre y la cuenta se pueden cometer varias meteduras de pata que pueden arruinarlo todo.
Los especialistas coinciden en que, en líneas generales, en las comidas de negocios se está a prueba. Ya sea por los modales que se demuestran o por la capacidad e «small talk» (pequeñas charlas amables de salón) de la que se hace gala. Sin embargo, son estas pequeñas cosas con las que se pueden sumar puntos.
Estos pequeños gestos comienzan a vislumbrarse ya desde la invitación. Quien invita a una comida de este tipo es porque tiene una intención. En el caso ideal, esta es también la persona que elige el restaurante y decide el rango de precios de la carta. Durante la comida, quien invitó es responsable por sus invitados. Los hace ingresar al restaurante, se asegura de que puedan dejar sus cosas en el guardarropas y les indica en qué parte de la mesa deben sentarse.
Una vez sentado, el invitado puede abrir la servilleta y colocarla sobre el plato o a su derecha, al lado de los cubiertos. Durante la comida, la servilleta deb estar doblada sobre la falda. Cuando se termina de comer, hay que colocarla al lado de los cubiertos, no sobre el plato.
A la hora de pedir la comida, lo ideal es orientarse de acuerdo con las recomendaciones del anfitrión. Lo importante es tener en cuenta que lo que realmente importa es el negocio, no la comida. Los platos difíciles, como los fideos con salsa bolognesa o los pescados grandes no son la mejor elección. También se recomienda mesura con las bebidas alcohólicas. Lo ideal es no beber más de un vaso de vino.
Una vez que todos cuentan con su bebida, se puede brindar. Tradicionalmente, quien levanta el vaso primero es el anfitrión. Se pueden chocar las copas, aunque lo correcto es hacerlo solo con quien está sentado al lado.
Si la comida no llega toda a la vez, el anfitrión puede pedir a los invitados que empiecen a comer. Si algo está mal con la comida hay que preguntarse dos veces si vale la pena quejarse. La atmósfera de la comida es importante y si uno se queja a viva voz de que la carne está poco cocida no quedará muy bien parado. Además, los socios en un negocio suelen estar atentos a cómo se comporta uno con el servicio.
Los negocios se discuten recién después del plato principal y el tema debe ser introducido por el anfitrión, es decir, el que invitó. Antes de esto los invitados deberían poder hablar de temas más triviales como deportes o hobbies.
El smartphone no debería estar sobre la mesa durante una comida de trabajo. Lo mejor es apagarlo o tenerlo en modo avión. Si se espera un llamado importante, se lo puede anunciar de antemano pidiendo una disculpa.
En cuanto a la vestimenta, durante la comida rige el mismo código que durante el día en la empresa. Si el restaurante es muy caluroso, los invitados hombres pueden sacarse el saco recién cuando lo hace la persona de mayor rango. De todas formas, este tipo de normas más estrictas dependen del sector en el que se trabaje.
Al final de la comida llegará la cuenta. Por lo general, la paga el que invitó y de forma discreta, en el mostrador. También está bien marcar una línea de demarcación final pidiendo la cuenta para que los gastos no excedan el presupuesto de la empresa.
Por Pauline Sickmann (dpa)