(dpa) – Las dos chimeneas rojas y blancas de la central térmica de Los Guinchos, en la isla volcánica de La Palma, despiden un humo gris que se extiende hacia las verdes laderas de las montañas en el extremo oriental de la isla española de Canarias.
Se trata de los gases de escape de los motores diésel que generan el 90 por ciento de la energía eléctrica que demanda esta isla atlántica de 83.000 habitantes situada frente a las costas de África Occidental.
En 2020 se quemaron casi 60.000 toneladas de gasóleo y fuelóleo para abastecer a la isla con unos 35 megavatios (MW) durante el día y 20 MW por la noche. Al año, esto supone unas emisiones de CO2 (dióxido de carbono) de unos 160 millones de kilogramos, lo que equivale aproximadamente a las emisiones anuales de 34.000 viviendas unifamiliares calefaccionadas con petróleo en el norte de Europa.
Pese a que la isla volcánica tiene mucho sol -3.000 horas al año, casi el doble que Alemania, por ejemplo-, mucho viento y, sobre todo, energía geotérmica en abundancia, solo unos pocos aerogeneradores y sistemas fotovoltaicos aislados en los tejados de las casas generan electricidad verde. La energía así producida cubre apenas un diez por ciento de la demanda.
Los geólogos están seguros de que, en el futuro, la demanda energética de la isla podría cubrirse con energía geotérmica, y que incluso sería posible la exportación de energía en forma de hidrógeno verde producido con energías renovables.
«La Palma es la isla canaria más adecuada para el uso de la energía geotérmica destinada a la producción de electricidad», afirma Celestino García, ingeniero de minas especializado en geotermia del Instituto Nacional de Geología y Minería de España IGME.
Según el experto, otras de las ocho Islas Canarias habitadas también tienen un gran potencial. Todas ellas son de origen volcánico. En La Palma, el calor bajo el volcán Tajogaite —que se apagó súbitamente hace un año después de un proceso eruptivo de más de 80 días— sigue siendo tan alto en algunos lugares, incluso en la superficie, que los coches no pueden detenerse en una carretera improvisada que se acaba de construir a través del campo de lava, ya que esto podría dañar los neumáticos.
El Gobierno regional de la Comunidad Autónoma de Canarias acaba de destinar fondos a la exploración geotérmica de La Palma y las islas mayores vecinas de Gran Canaria y Tenerife: cada una de ellas recibirá 30 millones de euros. El dinero procede del Plan de Recuperación para Europa «Next Generation EU«, dotado con más de 800.000 millones de euros y destinado a hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia.
El archipiélago recibirá unos 466 millones de euros en total. Mediante perforaciones de prueba se tratará de determinar dónde merece la pena construir centrales que, al igual que en Islandia, conviertan la energía geotérmica en electricidad mediante turbinas de vapor.
Un sistema que se está desarrollando actualmente en la Universidad de Navarra funciona de forma completamente distinta. Un grupo de investigación ha patentado un termogenerador que, en términos muy simplificados, convierte el calor directamente en electricidad. Y lo hace sin piezas móviles, lo que significa prácticamente sin desgaste ni mantenimiento.
«Instalamos un dispositivo experimental en (la isla canaria de) Lanzarote, en el Parque Nacional de Timanfaya, y obtuvimos muy buenos resultados», explica el profesor David Astrain, director del grupo de investigación. Tras una erupción volcánica en 1730, el suelo de esta isla sigue estando a 170 grados incluso a dos metros de profundidad. La instalación de prueba solo tiene una potencia de 35 vatios, pero, según espera Astrain, la tecnología podría aplicarse pronto a una escala mucho mayor.
El experto en energía Lionel Torres Rodríguez también ve potencial en la energía geotérmica de La Palma. Sin embargo, el diablo está en los detalles. «Estamos bajo mucha presión de tiempo», señala el ingeniero, que trabaja en Sodepal, la Sociedad de Promoción y Desarrollo de La Palma, por encargo de la Dirección General de Energía de la isla.
El ambicioso plan nacional de energía y clima de España prevé para 2030 una reducción del 23 por ciento de las emisiones de CO2 con respecto a 1990. «En el caso de la energía geotérmica, contamos con dos años de planificación, dos años de exploración con perforaciones profundas y otro año y medio para construir una central geotérmica», afirma el experto. «Siempre y cuando no surjan percances», señala, acotando al mismo tiempo que siempre los hay.
Para alcanzar el objetivo climático, Torres Rodríguez aboga por una combinación de energía geotérmica, sistemas fotovoltaicos en los tejados de viviendas y edificios públicos, así como energía eólica. «Con estas dos últimas tecnologías ya se han realizado pruebas y, sobre todo, los paneles de los sistemas fotovoltaicos pueden ser instalados por operarios de la isla», precisa.
El experto también teme retrasos debidos a acciones judiciales contra las perforaciones de prueba para obtener energía geotérmica, y añade que aún hay pocos sistemas fotovoltaicos en la isla. «Pero el rápido aumento de los costes energéticos está teniendo su efecto. En cuanto alguien tenga un sistema en el tejado, los vecinos comenzarán a sacar conclusiones, sobre todo cuando vean que la factura de la luz es más baja», espera Torres.
A la hora de reducir las emisiones de CO2, prosigue, no hay que olvidar el sector del transporte, que actualmente emite alrededor del 75 por ciento de todos los gases de efecto invernadero de la isla. Según Torres, también en este sector aumentará mucho la demanda de electricidad debido al creciente número de vehículos eléctricos, para los que la red eléctrica actual no está diseñada. «Los objetivos climáticos para 2030 son absolutamente necesarios, pero también increíblemente difíciles de alcanzar», afirma, y opina que no solo tienen que cambiar las fuentes de energía, sino también el comportamiento de las personas.
Años antes, la isla ya había destacado como pionera en el suministro de energía. En 1893 entró en funcionamiento la pequeña central hidroeléctrica El Electrón. En la capital de la isla, Santa Cruz de la Palma, el alumbrado público pasó a ser eléctrico, algo que hasta ese momento solo existía en unas pocas ciudades del mundo, especialmente en metrópolis como Nueva York, París, Londres, Madrid o Berlín. Ahora, décadas después, la isla de poco más de 700 kilómetros cuadrados quiere volver a estar a la vanguardia de la transición energética.
Por Jan-Uwe Ronneburger (dpa)