Ciudad de Panamá, 11 oct (dpa) – El cambio climático y la basura plástica, sumados al crecimiento de las ciudades, conspiran contra la avifauna en las Américas, donde los Gobiernos deben diseñar políticas para protegerlas, dijo a dpa en Panamá la bióloga y ambientalista estadounidense Susan Bonfield, experta en aves.
Bonfield, quien dirige la organización no gubernamental Ambiente para la Américas, dijo que es necesario preservar los humedales en zonas costeras que sirven de hábitat o de albergues de especies que viajan anualmente de un continente a otro.
La bióloga está en Panamá para brindar varias conferencias con motivo del Día Mundial de las Aves Migratorias el 13 de octubre. Se estima que por Panamá pasan anualmente tres millones de aves migratorias, incluidas las playeras y rapaces, pero las áreas silvestres utilizadas desde hace miles de años reciben el impacto de la expansión urbana, tormentas y basura plástica dispersa.
La investigadora encabeza iniciativas regionales de conservación, desde Canadá hasta Tierra del Fuego, la provincia argentina más austral, y dijo que el deterioro de hábitats en los hemisferios Norte y Sur representa una amenaza para especies residentes y migratorias, incluidas aves playeras que «están muriendo a causa del consumo de microplásticos esparcidos en el agua o la arena, que no pueden digerir».
«Es difícil imaginar un mundo sin aves y sus colores. Por ello, cada año, preparamos materiales ilustrativos en el hemisferio occidental, en español, inglés y francés, para que la gente asuma el valor de las aves en el campo y las ciudades, y se comprometa a proteger las áreas de anidamiento y reproducción», subrayó.
Bonfield ha dirigido estaciones de anillamiento y participa en investigaciones de la avifauna en los estados norteamericanos de Maine, Virginia, California y Colorado, en Estados Unidos. Señaló que a la lista de amenazas se suma la construcción de edificios cubiertos de vidrios que parecen inmensos espejos y contra los cuales se estrellan los pájaros en vuelo.
Asimismo, planteó que hay preocupación en Estados Unidos, a causa de la reducción de poblaciones de especies, debido al uso de sustancias químicas en la agricultura. Sostuvo que el número de ejemplares de la pequeña ave conocida como reinita, de un intenso plumaje amarillo, se ha reducido en un 50 por ciento.
En la década de 1950, se extinguió la paloma pasajera que, durante el arribo de los peregrinos a tierras de Estados Unidos, en 1620 y 1630, se contaban en millones. «Poco a poco, perdemos la salud del planeta y los animales, lo que es una señal que es necesario reconocer», puntualizó con tono de preocupación.
Al igual que los orioles de Baltimore y los zorzales, las reinitas son avecillas que vuelan de noche hasta llegar a Panamá, para evitar a los depredadores diurnos. En el continente americano, hay cinco grandes rutas de aves migratorias, tres de las cuales pasan por Centroamérica en su viaje intercontinental anual.
No obstante, Bonfield opinó que la humanidad está compartiendo sus problemas con las aves que revelan el «estado de la salud de la tierra», ante amenazas del clima. Adujo que se necesita mucha investigación para saber si los humanos y las aves podrán adaptarse al cambio climático, al aumento de la temperatura en los océanos y a eventos meteorológicos extremos que dañan el hábitat.
La investigadora estimó que, pese a ese panorama poco alentador, hay buenas noticias, en el sentido de que en el estado de Colorado, en Estados Unidos, las industrias aceptaron reducir la huella de carbono, lo que incluye el uso de vehículos movidos por electricidad y el reciclaje de la basura.
En los actos relacionados con la preservación de áreas protegidas, Bonfield reconoció que Panamá tiene una importancia ecológica equivalente a la bahía de Delaware, en el Atlántico de Estados Unidos, para el tránsito migratorio de Norteamérica a Sudamérica y viceversa, en un impresionante espectáculo natural.
Entre esas aves migratorias figuran los halcones peregrinos que vuelan desde Groenlandia hasta Sudamérica. De hecho, un ejemplar de esa especie que fue derribado en vuelo en Panamá por el disparo de un cazador, es entrenado para tener una nueva vida y ayudar en la ornitología y observación de la avifauna.
Por David Carrasco (dpa)