Guadalajara (México), 1 dic (dpa) – «Porque no habrá paz/ para aquel que ama», reza un pañuelo con los versos del poeta portugués Herberto Hélder, que además está decorado con flores, llaves, corazones, estrellas y cartas: son los «bordados de amor» que Portugal expone en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).
Bajo el título «Variaciones sobre una tradición: de los pañuelos de amor a los bordados con poesía», el país lusitano, invitado de honor en la edición de 2018 de la Feria de Guadalajara, exhibe en el Museo Regional de la ciudad mexicana, una de las sedes alternativas, una serie de pañuelos, vestidos, bolsos e incluso zapatillas con dichos mensajes románticos bordados sobre sus superficies.
«Mi corazón no descansa», dice un pañuelo apenas adornado por un corazón roto, todo bajo un fondo blanco e hilo rojo. «El amor que el tiempo trae,/ se lo lleva de la mano», reza otro, con flores de distintos colores. Son los «paños de viuda», realizados por mujeres que perdieron a sus maridos.
«Hemos decidido presentar una exposición que parte de un objeto tradicional portugués –el pañuelo de amor– en el cual se fueron transmitiendo mensajes de amor a lo largo de los tiempos», señala la organización.
De acuerdo con la exposición en el Museo Regional de Guadalajara, enclavado en el centro histórico de la ciudad mexicana y a unos seis kilómetros al noroeste del recinto donde se lleva a cabo la Feria del Libro, «se ha pretendido dar a la muestra una triple dimensión: la tradición, los bordados con poesía y la contemporaneidad».
«El primer momento nos remite a los modelos tradicionales, diferentes tipologías de bordados y representaciones, de acuerdo con las clases sociales y las dinámicas locales», se detalla.
En el inicio de la exposición se puede apreciar, al centro de la sala, un corazón tejido con colores carmines y dorados. «Considera el amor como un retoque en un cuadro antiguo/ que de súbito llega y lo ilumina», reza una de las mantas colocadas por el curador de la presentación, el portugués António da Ponte.
La diversidad de los pañuelos es tan amplia como la de los sentimientos: hay algunos coloridos, otros más bien discretos, algunos llenos de detalles y otros apenas con alguna frase y una imagen concreta, casi siempre un corazón o una flor.
A continuación aparecen los pañuelos de novios. «No se conocen ejemplares anteriores a la mitad del Siglo XIX», cuando las telas industriales no eran populares, señala en la exposición Da Pote.
«Son cartas de amor que confiesan sentimientos», se explica y advierte que pueden contener errores gramaticales u ortográficos, ya que las bordadoras que copiaban los mensajes eran «iletradas».
Entonces se llega a la principal atracción: los bordados con poesía. En la exposición se muestran sobre todo diferentes variantes del mismo poema: «Lugar II», de Hélder. «Hay siempre una noche terrible para quien se despide/ del olvido», inicia el texto.
También aparecen varios pañuelos bordados con fragmentos del poema «Verdes años», de Pedro Tamen. «Tus ojos no eran paz/ ni consolación», reza uno de ellos, lleno de flores coloridas y un marco verde que le da vida al pañuelo, algo que contrasta con el mensaje.
Otro tiene los versos colocados como si fueran el marco de la prenda blanca y usa el resto para decorarlo con cuatro corazones, uno por cada esquina, dirigidos hacia el centro y formados a su vez por «ramas» de flores verdes, rojas, amarillas y azules en diferentes patrones.
Al final de la exposición está «la contemporaneidad», representada en la moda. Vestidos bordados del mismo modo y bolsas con inscripciones parecidas: corazones, flores, mensajes de amor, incluso zapatillas que llevan los mismos componentes.
También resalta una camisa de lino que a simple vista parece no mostrar nada novedoso hasta que el maniquí, suspendido por una cuerda que lo detiene en el aire, se gira: el himno bordado en letras rojas de la localidad Ponte da Barca, de donde proviene la diseñadora Teresa Costa Valente que realizó la pieza en 2015.
La exposición, inaugurada el 23 de noviembre, culminará el próximo lunes, un día después de que finalice la Feria de Guadalajara. «Lo que apenas comenzaba/ era un beso que se daba/ en una boca ya perdida», cierra su poema Tamen. Y cierra también la exposición de los bordados de amor portugueses.
Por Manuel González Vargas (dpa)