¿Por qué nadie hizo nada? Esa es la pregunta que siempre, sin excepción, se repite cuando se comunica la noticia del fallecimiento de un niño, niña o adolescente que ha sido maltratado y/o asesinado por personas cercanas a su entorno, en muchas ocasiones parte de su familia o parejas de sus progenitores.
Son muchos los casos famosos que hemos escuchado en los que niños o niñas han sido asesinados por familiares directos o parejas de sus padres/madres. En otros casos, estos niños o niñas son víctimas de la violencia de género, provocando el mayor dolor para una madre de manos de su propio padre.
Y, ¿es verdad que nadie hizo nada? ¿qué se pudo hacer y no se hizo? o ¿qué se puede hacer? Si yo conozco una situación en la que una persona menor de edad creo que está sufriendo, ¿puedo hacer algo?
Empezando por esta última pregunta, SÍ, sin duda, puedes y debes hacer algo para ayudar a niños, niñas o adolescentes que creas que están sufriendo cualquier tipo de violencia. Las preguntas que como profesional siempre escucho son: ¿Y cómo puedo hacerlo? ¿Alguien podrá saber que he sido yo quien lo he comunicado? Aquí dejo la respuesta, que espero que llegue a cuantas más personas mejor, para no tener que repetir la pregunta del título de nuevo.
Comunicar una situación de riesgo para cualquier niño,
niña o adolescente es obligación de cualquiera, tanto profesionales en contacto directo con personas menores, como cualquier otro/a que es conocedor/a de la situación, y así lo recoge la Ley Orgánica 8/2021, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, más comúnmente conocida como LOPIVI.
¿Cómo comunico la situación y, sabrán que lo he hecho? A veces son muchos los miedos que paralizan la comunicación de la situación, en especial a vecinos/as que llevan en ocasiones años siendo conocedores/as del sufrimiento constante, tanto en casos de violencia de género como en casos de violencia hacia personas menores de edad. Si conoces una situación de violencia hacia personas menores de edad es obligatorio que lo pongas en conocimiento de la manera más inmediata posible ante cualquier organismo competente, en especial a los servicios sociales más próximos y, además, tener presente que la normativa recoge la protección hacia las personas que comunican.
La comunicación de una situación de violencia hacia personas menores de edad supone el inicio de una intervención coordinada que promueve la garantía del bienestar de esos/as niños, niñas y adolescentes y, en la medida de lo posible, su continuidad dentro de su unidad familiar aportándoles las herramientas necesarias para que así sea.
El numero de medidas de protección, en la que niños, niñas y adolescentes son separados de su familia de origen, ha ido en aumento en los últimos años, tal y como se recoge en el último boletín de datos estadísticos.
Para eliminar el miedo que paraliza tanto a profesionales como a cualquier otra persona, desde aquí me gustaría trasladar a todos y todas que, para la toma de decisión de una medida de protección para un niño, niña o adolescente, participan profesionales de diferentes recursos y administraciones y que, en ningún caso, es una medida que se lleve a cabo sin intentar aportar las herramientas necesarias para que se reestablezca el bienestar familiar. Separar a personas menores de edad de sus familias siempre es la última opción, pero a veces es la única para poder garantizar no volver a repetir la pregunta que da origen a esta reflexión; ¿Por qué nadie hizo nada?
Proteger la infancia y la adolescencia es tarea de todos y todas. Autora: Sara del Peso Ramírez, trabajadora social.