(dpa) – El duelo es una reacción normal ante la pérdida de un ser querido y, por tanto, no es una enfermedad, pero puede llegar a convertirse en una.
Cuando se ha perdido a un ser querido el duelo no desaparece nunca completamente, pero con el tiempo se desvanece cada vez más y deja sitio a la vida cotidiana, a la alegría, a las cosas nuevas.
No obstante, también es normal que el dolor reaparezca en determinados momentos, incluso años después. Por ejemplo, en el aniversario de una muerte, en los cumpleaños, pero quizá también en un día cualquiera.
Cuando el duelo limita la vida cotidiana
Para algunos dolientes, sin embargo, el duelo conserva su fuerza pese al paso del tiempo. En esos casos, es posible que se desarrolle un trastorno de duelo persistente. La frontera entre una reacción de duelo normal y este trastorno es difusa.
«Un trastorno de duelo persistente consiste en síntomas como los que se dan en un duelo muy agudo, pero que no mejoran con el tiempo. Hablamos de seis a doce meses», afirma la profesora Rita Rosner, de la Universidad Católica de Eichstätt-Ingolstadt. La titular de la cátedra de Psicología Clínica y Biológica investiga el trastorno de duelo persistente.
Según Rosner, un signo del trastorno de duelo persistente puede ser que el duelo siga limitando gravemente a los afectados en su vida cotidiana después de este tiempo. Por ejemplo, que no puedan trabajar o ir a la escuela.
La probabilidad de desarrollar un trastorno de duelo persistente aumenta si la pérdida fue repentina e inesperada. Y si se trataba de una figura de apego cercana, como la pareja o un hijo. «Después de la pérdida, la falta de apoyo social puede ser un factor», dice la psicoterapeuta Rosner.
Reconocido como enfermedad
En 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió reconocer el trastorno por duelo persistente como una enfermedad, es decir, incluirlo en el catálogo internacional de enfermedades clasificadas (CIE).
El dolor emocional intenso es una característica importante. Puede adoptar diversas formas: tristeza, ira, culpa, añoranza extrema o incluso insensibilidad emocional.
La psicoterapia puede ayudar
Rosner aconseja a cualquiera que note estos signos que acuda a un psicoterapeuta. «Si los tiempos de espera para ser atendido son largos, también puede ser útil asistir a grupos de autoayuda o aprovechar los servicios especiales de asesoramiento hasta que se consiga una cita».
El trastorno de duelo persistente se diagnostica mediante una entrevista. «Sin embargo, los dolientes también pueden desarrollar otros trastornos, como depresión o un trastorno de ansiedad», indica Rosner.
Según la experta, el hecho de que el trastorno de duelo se clasifique ahora como enfermedad tiene la ventaja de que los afectados pueden recibir ayuda de manera más temprana y mejor.
Antes, a muchas personas que sufrían un trastorno de duelo persistente se las diagnosticaba erróneamente. «A menudo se les trataba con antidepresivos o tranquilizantes. Hoy sabemos que ese tratamiento farmacológico rara vez es útil».