San Diego (EEUU), 12 mar (dpa) – Cuando Donald Trump aterrice este martes en San Diego, en las calles de la ciudad estadounidense habrá ya gente manifestándose contra la primera visita del presidente a California. Dos movilizaciones de la comunidad latina dieron hoy inicio a unas protestas que se extenderán hasta mañana en la noche.
El mandatario viaja a San Diego para inspeccionar en la zona fronteriza los ocho prototipos del muro con el que quiere separar a su país de México con el objetivo, asegura, de frenar la entrada de inmigración ilegal y droga en Estados Unidos.
«Rechazamos tu odio, no necesitamos tu muro racista», gritaron hoy contra el presidente activistas hispanos y defensores de los derechos civiles en la primera de las concentraciones.
El lugar elegido para presentar las movilizaciones fue todo un símbolo: Chicano Park, un espacio mítico de San Diego que la comunidad latina hizo suyo en la década de 70.
Mañana martes hay convocadas al menos otras cinco protestas, una de ellas en la zona industrial de Otay, en el lugar accesible más cercano al área en el que se levantan los prototipos. Las autoridades locales han elevado la seguridad.
California es el estado más poblado de Estados Unidos y también el que tiene la mayor población de origen hispano: de sus 39 millones de habitantes, unos 15, cerca del 39 por ciento, son latinos, abrumadoramente de origen mexicano. El presidente Enrique Peña Nieto bautizó al estado como «el otro México» durante una visita que hizo en 2014.
Trump, que lanzó su campaña electoral calificando a los mexicanos de criminales y violadores, llega a tierra hostil, y no solo por su enfrentamiento con la comunidad hispana. El estado económicamente más potente del país es un bastión progresista en el que los republicanos tienen poco que decir.
Las dos cámaras de su Congreso estatal están controladas por el Partido Demócrata, al que pertenecen su gobernador, Jerry Brown, y el fiscal general estatal, Xavier Becerra. También son demócratas sus dos senadoras en el Capitolio. «En California nos enfocamos en los puentes, no en los muros», defendió hoy Brown en una carta enviada a Trump. Becerra dijo que la Casa Blanca no ha incluido a ninguna autoridad californiana en la agenda.
En California viven unos 2,3 millones de indocumentados. Ya había políticas favorables a la inmigración y protectoras con los indocumentados antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca. Pero la elección del republicano propició un impulso.
Tres leyes aprobadas el año pasado la convirtieron en el primer estado santuario del país, lo que significa que sus funcionarios no colaboran con las autoridades federales en localizar, detener y deportar a sin papeles. Trump demandó a California la semana pasada ante un tribunal y la acusa de proteger a criminales. «Esto es básicamente ir a la guerra», clamó el gobernador Brown.
El llamado «estado dorado» también se ha enfrentado al mandatario por el desmantelamiento de la reforma sanitaria de Barack Obama y por el retroceso en la lucha contra el cambio climático. Becerra, que lleva en su cargo el mismo tiempo que Trump, presentó 21 demandas contra el Gobierno republicano en sus primeros 10 meses como fiscal general en Sacramento.
California no quiere a Trump. Lo demuestran los 4,3 millones de votos de ventaja -30 puntos porcentuales- que Hillary Clinton le sacó allí en las elecciones presidenciales de 2016.
Ningún presidente ha tardado tanto en viajar al estado de la costa oeste desde su investidura. Han pasado 14 meses desde la de Trump y él no va allí para intentar ganarse el afecto: va a que sus bases lo vean junto a los prototipos del muro «grande y bonito» que les prometió en campaña y a que vean cómo se encara con un estado que no les gusta por su progresismo y mestizaje. «Esta visita es un circo político», dijo hoy Pedro Ríos, de la ONG American Friends Service Committee, en Chicano Park.
Las encuestas muestran que una abrumadora mayoría de californianos, más del 70 por ciento, está en contra de la barrera que quiere el presidente. «Trump, entiende que tu muro no se va a levantar porque vamos a luchar contra ello», proclamó hoy la concejal Georgette Gómez en la concentración de Chicano Park. «Estoy orgullosa de decir que la ciudad de San Diego está en contra de este muro».
Los ocho prototipos están en un terreno de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) sin acceso público y son solo visibles desde el lado mexicano de la frontera. De algo más de nueve metros de altura, cuatro son de hormigón y cuatro de material más ligero.
Tras una fase de prueba y evaluación, queda elegir cuáles se utilizarán en una frontera de algo más de 3.000 kilómetros de largo, que ya fue cerrada en unos mil por administraciones anteriores. Trump tiene la última palabra.
El presidente aún no ha conseguido financiación del Congreso. Los prototipos se construyeron con 20 millones de dólares reasignados de otras partidas del presupuesto del Departamento de Seguridad Nacional.
Por Sara Barderas (dpa)