(dpa) – Las monedas caen de a una en el sombrero apoyado sobre el asfalto frío, mientras que algunos peatones pagan un par de euros con el móvil o la tarjeta. Para los músicos es poco alentador hacer sonar en el paseo peatonal de Grafton Street en la capital de Irlanda, Dublín, todo el tiempo «Fairytale of New York», de The Pogues, o «Falling Down», de Glen Hansard.
También los pintores y escultores suelen sumar trabajos frustrantes para sobrevivir, y los escritores se ganan la vida dando clases porque de otra forma no les alcanza. Sin embargo, un proyecto piloto busca ahora revertir esta situación en Irlanda otorgando a los artistas autónomos una suma fija para que puedan seguir su vocación.
Unos 2.000 artistas recibirán durante tres años un ingreso básico estatal de 325 euros (353 dólares) semanales durante tres años. Más de 9.000 personas solicitaron los fondos del programa, dotado con 105 millones de euros. Para elegir a los beneficiarios se utilizó un proceso de selección aleatorio.
Irlanda no está sola en este proyecto. En Alemania, la asociación Mein Grundeinkommen («Mi Ingreso Básico») sortea 1.000 euros mensuales sin condiciones durante un año. Para un estudio de largo plazo que se lleva a cabo en conjunto con el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), 122 personas elegidas al azar reciben 1.200 euros al mes durante tres años.
«Un estudio de Visual Artists Ireland arrojó que unas tres cuartas partes de todos los artistas en Irlanda vivían por debajo de la línea de pobreza antes de la pandemia», dice Shane Finan, artista visual y gestor de proyectos de la pequeña localidad de Manorhamilton, en el noroeste del país de la Unión Europea (UE). Antes de que el proyecto se pusiera en marcha, el gobierno creó un grupo de trabajo y la población pudo hacer comentarios al respecto.
Las personas que recibirán el ingreso básico trabajan en distintos ámbitos. De los receptores, 707 son artistas visuales, a los que se suman 584 músicos, pero también cineastas, escritores, actores, bailarines, coreógrafos, artistas de circo y arquitectos.
Los candidatos no son sometidos a una evaluación de sus recursos, y los solicitantes también pueden tener otros ingresos. En principio, los artistas irlandeses pueden trabajar libres de impuestos, siempre y cuando no ganen más de 50.000 euros al año.
La presidenta del Arts Council, Maureen Kennelly, habló en el diario «Irish Times» de un «día verdaderamente histórico» y un «enorme salto hacia adelante» que era esperado por la escena artística irlandesa desde hace años. Añadió que la urgencia de la pandemia aceleró estos cambios.
«El proyecto es realmente una señal de que Irlanda valora a sus artistas y considera las ofertas culturales como un derecho humano», afirmó Kennelly. Indicó que si el proyecto era exitoso iba a poder ser ampliado.
Músicos como Steven Tynan, de la banda Left on Read, creen que «todos los artistas de Irlanda deberían beneficiarse» con este programa. Para él, la suma semanal es una señal de que el país «confía» en la gente del mundo de la cultura. Y añade que es «una motivación poder sumarse y no pasar tanto tiempo en ámbitos no creativos, mal pagos, para poder financiar la propia música».
El joven de 28 años asegura que ahora tiene tiempo y la cabeza libre. «Poder trabajar como artista de lunes a viernes es realmente increíble», afirma.
La escena cultural irlandesa es, en líneas generales, reconocida por la sociedad. La música, las artes visuales y la escritura no son considerados simples hobbies. Sin embargo, hasta ahora no había apoyo estatal.
«Por lo general, a nuestras profesiones les falta constancia porque trabajamos en proyectos puntuales y temporales, y a menudo no sabemos de dónde vendrá el próximo ingreso», dice la curadora y administradora de arte Rachel Botha, de Kilkenny. «Me presenté para compensar la mala situación salarial del sector cultural», explica.
Para percibir el ingreso básico, los participantes tienen que aceptar que se observe su trabajo durante el proyecto piloto e informar periódicamente sobre su trabajo con fines de investigación. Otros 1.000 solicitantes forman un grupo de control y reciben un pago mucho menor por sus esfuerzos.
Por Mareike Graepel (dpa)