Londres, 7 mar (dpa) – Para Pablo Picasso, la pintura era «otra manera de llevar un diario». Y así, de manera cronológica, la Tate Modern de Londres presenta su primera gran exposición dedicada al genio español y centrada en un año especialmente creativo que cimentó su fama.
«Picasso 1932 – Amor, fama, tragedia» es el título de la muestra que mañana abre sus puertas en la capital británica con el objetivo de arrojar luz sobre las «complejas dinámicas entre hombre y artista». «Hasta ahora, hemos cargado a Picasso con un mito gigantesco. Esta exposición pretende mostrar que existe una intersección entre la vida del artista y su arte», dijo a dpa la directora del museo, Frances Morris.
Alrededor de 180 lienzos, dibujos y esculturas procedentes de unas 40 colecciones permitirán al visitante recorrer estos 12 meses «de la vida y la faceta creativa de Picasso». Los altibajos de su vertiente más personal, las luces y las sombras, la belleza y el horror, conviven de cerca en las salas de la muestra.
En torno a un cuarto de las obras proceden de colecciones privadas, y muchas de ellas pueden verse por primera vez en Londres. A ellos se suman varios préstamos de instituciones como el Museo Picasso de París y el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, lo que según el comisario de la exposición, Achim Borchardt-Hume, la convierten en un acontecimiento único.
La Tate se muestra especialmente orgullosa de la sala cuatro, dedicada al mes de marzo de 1932. Picasso, que por entonces tenía 50 años, pintó en apenas 12 días seis retratos de su musa Marie-Thérèse Walter, entre ellos obras maestras como «Mujer ante el espejo», tres desnudos de Walter y dos naturalezas muertas que se reúnen por primera vez desde hace 86 años. Dado que la mayoría pertenecen a colecciones privadas, es difícil que vuelvan a juntarse, añadió el comisario.
En otra sala puede verse una reconstrucción parcial de la gran retrospectiva de Picasso celebrada en París aquel 1932. En ella hay retratos realistas de la que fuera su mujer, la bailarina Olga Khokhlova, y el hijo de ambos, Paulo, que datan de un año antes, además de otras obras que reflejan su evolución hacia el cubismo y la abstracción.
La exposición refleja cómo el artista se debatía entre su familia y el apasionado romance que vivió en secreto con Walter, su «doble vida» artística entre París y su lujoso estudio de Normandia y la preocupación por la crisis económica y la expansión del fascismo en Europa. El color y la vivacidad van desapareciendo poco a poco de su obra, como en la serie de inquietantes dibujos del Retablo de Isenheim, de Matthias Grünewald.
Por último, en el «dramático final del año, Picasso plasmó en sus obras el avance de las oscuras sombras que se cernían sobre Europa y una grave enfermedad de Walter, que lo sumieron en el miedo y la confusión, con temas como violaciones y rescates. El último lienzo de la muestra, «El rescate», data del 11 de enero de 1933. Y según explica Borchardt-Hume, en el «Picasso bucea en el lado más oscuro de la psique humana».
Por Anna Tomforde (dpa)