Copenhague, 6 mar (dpa) – La historia es tan espectacular como misteriosa: la periodista Kim Wall y el inventor Peter Madsen zarparon una noche a bordo del submarino «Nautilus», construido por el propio danés, y poco después ella perdió la vida. El juicio, que comienza el jueves, arrojará luz sobre este caso lleno de sombras.
El espacio y el océano siempre atrajeron a Madsen desde que tenía diez años. El hombre lanzó cohetes y construyó submarinos. Al último lo bautizó como «Nautilus», como el submarino ficticio de «Veinte mil leguas de viaje submarino», de Julio Verne. Puede que cuando se sumergiera, Madsen se sintiera como el capitán Nemo: el misterioso antihéroe que vive alejado de todo orden social y que busca en el mar la libertad absoluta.
Sin embargo, Madsen no llegó muy lejos. El «Nautilus» se encuentra ahora en tierra en un polígono industrial en Copenhague. Alguien ha saltado la valla del recinto y ha escrito en la cubierta «Free Madsen» e «Inocente». El submarino es una prueba en el caso del asesinato de la sueca Kim Wall.
Por el momento, sólo una persona sabe lo que ocurrió aquella noche de verano del 10 al 11 de agosto de 2017: Peter Madsen. A partir del jueves, el inventor de 47 años deberá responder a las preguntas de los abogados ante el tribunal. La fiscalía le acusa de asesinato, tortura y abusos, y quiere que el hombre, que en Dinamarca hasta hace poco estaba considerado como una persona excéntrica pero genial, pase toda la vida entre rejas.
Los investigadores han reconstruido parte de los hechos: La noche del 10 de agosto viajaron Madsen y Wall con el submarino por el estrecho de Øresund, entre Dinamarca y Suecia. La joven de 30 años quería entrevistarle.
Ella era periodista de investigación, había escrito sobre Uganda y Sri Lanka para «The Guardian», «The New York Times» y la revista de renombre «Time».
«Encontraba historias en donde quiera que viajara», cuenta su madre. «Kim tenía una habilidad única para ver a las personas». Su siguiente protagonista era Madsen.
Wall abandonó su propia fiesta de despedida para entrevistar a Madsen, cuenta su novio a una cadena de televisión danesa. Los dos se iban a mudar a China.
Wall se despidió de él desde la escotilla del submarino y unas horas después, denunció su desaparición.
La mañana siguiente encontraron el «Nautilus» mientras se hundía y rescataron a Madsen del agua. Por el contrario, los investigadores no encontraron a Wall hasta unos días y semanas más tarde. Primero su torso y la cabeza, después las piernas y un brazo. La joven había sido descuartizada y lanzada al mar.
Madsen contó varias versiones a la Policía de lo ocurrido aquella noche. Primero sostuvo que había dejado a la joven esa misma noche en tierra. Después admitió que murió a bordo. Según dijo, la pesada escotilla se le cayó en la cabeza. Sin embargo, los médicos forenses no encontraron en el cráneo ninguna lesión.
Para entonces Madsen ya tenía la siguiente versión preparada: Es posible que la joven muriera asfixiada en el submarino, contó y explicó que él no se enteró porque estaba en la superficie.
De momento, el inventor ya ha reconocido que descuartizó el cadáver de Wall y lo lanzó por la borda. Pero sigue asegurando que no la asesinó.
La fiscalía, por el contrario, cree que el danés ató a Wall por la cabeza, los brazos y las piernas, y que le asestó varias puñaladas en el vientre. También cree que abusó de ella, la torturó y después acabó con su vida, según el escrito de acusación al que tuvo acceso dpa. Además, sostiene que el hecho de que llevara a bordo herramientas como una sierra y desatornilladores demuestra que lo tenía todo planeado. Además, aquella noche anuló sus citas del día siguiente, lo que también podría apuntar a que fue premeditado.
El escrito de acusación no menciona nada sobre la posible motivación del crimen. Los expertos dan por hecho que se trató de alguna fantasía sexual. Una ex amante de Madsen contó a la revista estadounidense «Wired» que este le envió SMS detallados con sus planes de asesinato. Además, la Policía encontró en el taller del inventor un disco duro con videos en los que se ahorcaba, se quemaba y se ejecutaba a mujeres. Wall, la joven y despierta periodista, podría haber sido una víctima casual.
Mucho antes de aquel 10 de agosto, el periodista danés Thomas Djursing escribió una biografía sobre Madsen, el constructor de cohetes entre la genialidad y la locura. En el libro, que escribió basándose en numerosas entrevistas y encuentros, le describe como un hombre intransigente, empujado por una pasión sin límites. Madsen es «un hombre sin botón de freno», escribe. «Peter tiene una misión y todo lo que hay a su alrededor es sólo una herramienta para cumplirla».
Por Theresa Münch (dpa)