(dpa) – A la izquierda, un prado alpino en pendiente; a la derecha, un precipicio rocoso asomado sobre un valle varios centenares de metros más abajo. Entre ellos, apenas dos metros de camino de grava. Como aquí, en la Alta Via del Sale (antigua ruta de la sal) entre Francia e Italia, se debieron sentir hace 20 años los directivos de Porsche cuando el proyecto de desarrollo con el código «Colorado» llegó a su fin y el primer Cayenne fue lanzado a finales de 2002.

Por un lado, según admiten incluso los propios cronistas de Porsche, la empresa ya se había visto amenazada de quiebra con el 911 y el Boxster. Por otro, los acérrimos aficionados a los coches deportivos estaban de todo menos entusiasmados con la idea de que un coloso de toneladas de peso se alzara pronto entre sus ligeros y rápidos planos deportivos.
Incluso las densas nubes que bloquean la vista en la cresta de la montaña de la famosa ruta de la sal armonizan con la incertidumbre de aquel entonces, ya que el resultado de aquel paseo por la cuerda floja era para Porsche más que incierto.
Sin embargo, 20 años después, las nubes se han despejado y el estrecho sendero ha llevado a los alemanes al éxito. «El Cayenne no solo ha abierto nuevos grupos objetivo para el fabricante de deportivos, sino que también ha salvado a la empresa y ocupa desde hace tiempo el primer puesto en las estadísticas de ventas», afirma Frank Wilke, analista de mercado de Classic-Analytics.
«El modelo desencadenó una tendencia: el éxito del Cayenne ha animado a muchos otros fabricantes de coches de lujo y deportivos a cometer lo que pensaban que era una caída en desgracia y probar otras recetas», afirma el experto en coches clásicos.
Sin el SUV deportivo de Porsche, probablemente hoy no existirían el Lamborghini Urus, el Bentley Bentayga, el Aston Martin DBX o el Rolls-Royce Cullinan, especula Wilke. Cuando el Ferrari Purosangue llegue en unos pocos meses, lo único que faltará será un SUV de McLaren.
Si bien los todoterrenos están equipados para muchas aventuras y los fabricantes los fotografían en los lugares más exóticos, en realidad estos SUV de lujo nunca se ven fuera de la carretera, al menos en nuestras latitudes. Así y todo: Porsche no sería Porsche si no se hubiera atrevido a hacer deporte también con el Cayenne.
Y como los vehículos todoterreno solo son aptos para los rallies, en el año 2006, el fabricante modificó un Cayenne de primera generación para su participación en el Rallye Transsyberia, que atravesaba Siberia y culminaba en la capital de Mongolia. De allí surgió una serie limitada que recibió el nombre de Porsche Transsyberia. Una de las entonces 26 unidades emprende ahora otro paseo por la cuerda floja para celebrar su cumpleaños.
Seguido por el modelo estrella actual, el veterano de rallies de color negro recorre la mencionada ruta de la sal en la región fronteriza entre Italia y Francia. Los aficionados al todoterreno la consideran una de las carreteras más ambiciosas de los Alpes. El recorrido permite echar un vistazo a dos mundos diferentes.
El modelo actual, que ya va por su tercera generación, presume de lacado y cuero y lleva a sus ocupantes en sillones de masaje climatizados con un ejército de asistentes todoterreno, un mapa digital y media docena de cámaras. El equipo del Transsyberia, en cambio, va apretujado en asientos de cubo y deja que los cinturones de arnés expriman el aire de sus pulmones.
En lugar de mapas de alta resolución, solo cuentan con una guía de papel; en lugar de carbono decorativo y aluminio cepillado, sus miradas se pasean por metal desnudo y plástico rugoso. Y mientras que el nuevo Cayenne dispone de un cómodo sillón en la parte trasera que invita a dar un paseo, en el Transsyberia hay una jaula antivuelco y dos ruedas de repuesto con el que probablemente sea el perfil más tosco de Porsche desde el final de la producción de tractores.
Así y todo, el clásico moderno tiene potencia más que suficiente. Es verdad que el modelo actual equipa un V8 de 4,0 litros que suministra 404 kW/550 CV y garantiza una velocidad máxima de 286 km/h, y esto con «solo» un turbo que ni siquiera es el más potente de la familia.
Sin embargo, entre todos los espartanos coches de expedición en este circuito en las cercanías de la ciudad piamontesa de Turín, a más de 2.000 metros de altura, el Cayenne Transsyberia es el campeón sin corona, incluso con 283 kW/385 CV de 4,8 litros de cilindrada. Como auténtico coche de carreras de rally, el Transsyberia no se deja intimidar por la arrogancia de la clase superior.
Su motor de ocho cilindros, que aún respira libremente sin turbo, ruge tan fuerte y resuena con tanta potencia en la vacía caja de hojalata que cualquier dejo de envidia por el sistema de sonido de alta gama del vehículo acompañante resulta también superfluo.
Lo único que hace música aquí -como corresponde a un Porsche- es el motor, lo que debería reconciliar incluso a los fans más acérrimos de los deportivos con el Cayenne.
Sin embargo: oficialmente, después de unos 20 años y más de un millón de coches fabricados, el Cayenne no es todavía un clásico, sino en el mejor de los casos un «youngtimer» y para muchos todavía un coche de segunda mano normal.
Según Frank Wilke, a diferencia de los coches deportivos, cuyo precio es muy estable y a menudo incluso se revalorizan muy pronto, el todoterreno ya está disponible en las plataformas habituales a precios a partir de 10.000 euros.
A modo de comparación: cuando el coche se presentó en 2002 con potencias a partir de 184 kW/250 CV, la lista de precios empezaba en torno a los 65.000 euros.
Por supuesto, las versiones más potentes del Cayenne cuestan bastante más hoy en día, y uno de los 26 modelos Transsyberia construidos, si es que llega a venderse, alcanza rápidamente los siete dígitos.
En Porsche, sin embargo, el Cayenne ya ha dado el primer paso para convertirse en una pieza de coleccionista, informa el portavoz de prensa Ben Weinberger: «Desde el ‘cumpleaños redondo’, es Porsche Classic quien ofrece el suministro de piezas de recambio y servicio técnico».
Por Thomas Geiger (dpa)