El objetivo era claro, encontrar el material que aislara lo suficiente como para poder dormir por las noches de manera que el frío del suelo quedará suficientemente aislado como para poder descansar sobre él. Si a eso le añadimos la carrera por la búsqueda del máximo comfort posible, es cuando podemos estar, probablemente, ante los inicios del objeto del que hoy en día no podríamos prescindir, el colchón.
Lo que en un primer momento era algo similar a un saco lleno de materiales naturales, como plantas o residuos orgánicos, ha dado paso a colchones en los que la tecnología ha ido ganando peso hasta situarse como un elemento clave en el desarrollo y evolución de los mismos.
A lo largo de las últimas décadas la industria que se dedica al desarrollo de los colchones se encuentra inmersa en la búsqueda de la tecnología definitiva. Persiguiendo alcanzar la fórmula con la que hacer de los colchones el objeto lo suficientemente cómodo como para que la gente no tenga dudas a la hora de comprarlo, y saludable, con un impacto negativo sobre la salud mínimo.
En un principio fueron los muelles, que acapararon la atención de toda la industria durante cientos de años. Pese a que contaban con un problema bastante acentuado, que era la incomodidad que provocaban cuando no se comprimían en la posición correcta, sino que lo hacían hacia delante o hacia los lados, en un primer momento parecía que iba a ser el colchón definitivo para el resto de nuestras vidas. Con pequeñas evoluciones dentro de la misma tipología de colchones, como el cambio en la forma que presentaban los muelles, acompañaron a la sociedad hasta bien entrados los años 50, cuando aparecieron las primeras espumas.
El nacimiento de las espumas
Tal como nos cuentan los expertos de comprarcolchonviscoelastico.es, las espumas de poliuretano fueron dejando paso al látex y espumas en las que la innovación jugaba un papel más destacado. Sin embargo, no fue hasta hace unos pocos años cuando toda la industria que rodea a los colchones comenzó a trabajar con una tecnología que había desarrollado la NASA que era capaz de liberar la presión de los astronautas en el momento en el que sus naves especiales comenzaban la fase del despegue y se iban separando, de manera paulatina, de la tierra. A pesar de que fue en los años 70 cuando comenzó el estudio en torno a él, no fue hasta 20 años más tarde, bien entrada la década de los 90, cuando pudimos disfrutar de esta tecnología para el uso doméstico. La primera forma de la que pudimos disfrutar de esta tecnología fue, como no, en forma de colchón.
La espuma viscoelástica
Comprar un colchón viscoelástico es una de las primeras decisiones que debemos de tomar cuando es hora de renovar nuestro antiguo colchón. Gracias a sus dos características básicas: adaptabilidad y consistencia, su uso se ha ido popularizando en los hogares de todo el mundo, posicionándose en la actualidad como el favorito de cualquier usuario. Su composición juega con un beneficio muy claro, y es que permite una fabricación en capas de diferentes densidades en base al resultado final que se le quiere proporcionar. La traducción final es la gran adaptabilidad con la que podemos trabajar, gracias a sus propiedades ergonómicas, nuestros músculos y articulaciones quedarán infinitamente más relajados que con cualquier otra tecnología.
Y es precisamente en este punto en el que podemos encontrar su segundo beneficio principal. Gracias a su capacidad para volver a su estado original de manera prácticamente inmediata, la espuma viscoelástica es capaz de proporcionar una durabilidad sin igual.
Incluso durmiendo en pareja, su gran capacidad para absorber la presión del movimiento, es capaz de aislar las vibraciones de nuestro acompañante de tal manera que no nos enteraremos que estamos durmiendo con alguien más.
Es importante en este punto que tengamos en cuenta el papel que el resultado final puede impactar en nuestra salud. Pues, pese a que existe un error generalizado de que los colchones más blandos son los más cómodos, esto puede ser perjudicial para nuestra espalda. Y lo mismo puede ocurrir cuando nos decantamos por uno más firme.
Lo mejor, como siempre, es buscar la recomendación de un especialista que nos guíe en nuestra elección.