Nueva York (dpa) – A mediados de los años 1930 se construyó en el suroeste de Manhattan un tren elevado para hacer llegar las mercancías a las plantas superiores de las fábricas y almacenes en la zona, entonces un área básicamente industrial.
Ese tramo de vía de unos 2,5 kilómetros de largo, que principalmente discurre en línea recta, tan sólo tiene una gran curva en la parte norte y una única plataforma de descarga a la altura del rascacielos Empire State que se denomina «The Spur».
Aunque hoy no conduce a ningún lugar, esa ampliación de la vía se hizo para que los trenes de mercancías pudieran descargar cartas y paquetes en el centro de distribución del servicio postal estadounidense. Desde ese centro, que se abrió junto al rascacielos, se enviaba y se retiraba el correo.
El resto de línea de ferrocarril elevada, de 2,5 kilómetros de largo, fue reconvertido hace años en un moderno parque, conocido como el parque High Line, con zonas verdes y de paseo. Ahora se acaba de inaugurar esa ampliación que faltaba y que se encuentra a la altura de la 10th Ave., la décima Avenida.
«The Spur» era el último espacio que faltaba por remodelar de la antigua estructura del tren elevado, convertido ahora es uno de los lugares más frecuentados de la ciudad y no sólo por los lugareños, sino también por los turistas extranjeros.
Más de siete millones de personas pasean cada año por las antiguas vías del tren reconvertidas en un pasillo verde en medio de la ciudad y cuya idea está siendo copiada en muchos lugares del mundo. En los días soleados suele acudir tanta gente que casi se puede decir que se forman atascos de paseantes.
«The Spur» fue concebido para aportar un nuevo espacio para pasear, sentarse, ver y ser visto, pero también hay lugar para flores, plantas, así como para el arte, uno de los intereses centrales de los gestores del parque High Line.
La primera pieza de arte que se contempla es el «Brick House», un busto de casi cinco metros de altura de una mujer afroamericana, realizada por la artista Simone Leigh para ese lugar y que se expondrá allí hasta septiembre.
Al explicar su trabajo, la artista señaló: «¿Qué mejor lugar puede haber para una figura afroamericana de mujer?». «No necesariamente por obstinación, sino para tener allí otra imagen de la belleza», añadió.
En los años 1980 el trazado de la vía se convirtió en un lugar en desuso y se cortó la conexión entre «The Spur» y el centro de distribución de correo.
Cada vez se utilizaban más camiones y en 1980 circuló el último tren de mercancías por las vías elevadas. A bordo de ese convoy se transportaban pavos.
El trazado de la vía cayó en el abandono y también el barrio que la rodeaba, donde se instaló una apestosa industria de la carne, se acumulaba la basura y las calles se llenaron de prostitución, delincuencia y drogas.
Las autoridades ya habían acordado la demolición de la vía elevada de tren, pero Joshua David y Robert Hammond tenían otros planes. Se habían conocido en una reunión de vecinos y juntos desarrollaron la idea de que el «High Line», el tren elevado, se convirtiera en un parque.
Se querellaron contra la demolición, movilizaron a destacadas estrellas de cine como el actor Edward Norton y la diseñadora Diane von Fürstenberg, recaudaron millones de dólares y acabaron teniendo éxito.
En 2009 se inauguró la parte sur del tren elevado como parque. En 2014 se abrió la parte norte y en muchos lugares del trazado se pueden ver todavía las vías, pero rodeadas de amelos, petunias y otras plantas.
El paseo edificado sobre las antiguas vías, en el que se han instalados bancos para descansar, ofrece vistas panorámicas al rascacielos del Empire State o unas vistas excepcionales a la estatua de la Libertad.
Además también se pueden encontrar algunos puestos de comida y se realizan visitas guiadas para conocer los distintos tipos de flores que allí crecen.
Asimismo hay quien ofrece cursos gratuitos de deporte, actividades para ver juntos las estrellas, se organizan conciertos y actividades lúdicas para los más pequeños. «Hemos construido una nueva forma de pensar y ver el espacio público», asegura Joshua David, cofundador de este paseo.
La zona de «The Spur» fue en su momento una de las más amenazadas con ser derribada. Los manifestantes contra la gestión que se estaba haciendo de la línea de metro elevada salieron a la calle con camisetas rojas en las que se podía leer «Save The Spur» y al final acabaron ganando.
«’The Spur’ es un recuerdo importante del legado industrial de Nueva York», afirma el también fundador de este espacio Robert Hammond. «Todavía queda mucho por hacer, pero esto es una muestra de lo que puede pasar cuando los miembros de una comunidad unen fuerzas», agregó.
Por Christina Horsten (dpa)