Córdoba, 15 ene (EFE).- Diez años ha tardado la chef cordobesa Celia Jiménez, única andaluza que cuenta con una estrella Michelín, en levantar su propio restaurante, una década consagrada a la formación de toda una generación de cocineros que, al igual que ella, están llamados a cambiar la tradicional cocina local.
Jiménez lleva varios meses con los preparativos de su restaurante «Celia Jiménez», ubicado en un centro deportivo de reciente creación, y que abre sus puertas al público hoy con una carta que, tal y como se espera de ella, cuenta con una cocina contemporánea, pero arraigada al producto local de la zona, y que, partiendo de la tradición andaluza, opta por novedosas técnicas gastronómicas.
La chef ha abierto a Efe las puertas de su cocina horas antes de la apertura del que considera el proyecto más personal que ha llevado a cabo, y que le ha permitido, por fin, hacer lo que le gusta y hacerlo en su tierra.
Jiménez ha pasado casi una década al frente de distintos establecimientos, desde «El Lago», en Marbella, donde obtuvo en 2005 la estrella Michelín, hasta Bodegas Campos, uno de los buques insignia de la gastronomía cordobesa, en el que ha dedicado los últimos siete años a labores de asesoramiento y enseñanza.
«Echaba un poco de menos toda la parte de hacer mi cocina, y al final se ha presentado la oportunidad», dice sobre un negocio que ha emprendido junto a dos socios y que abre bajo su propio nombre porque «al final la gente iba a decir que iban al restaurante de Celia».
Y de la cocina de Celia saldrán entrantes, pescados y carnes, pero también un menú degustación más heterodoxo, que permitirá hacer un recorrido más amplio por la carta para los comensales más arriesgados, un tipo de cliente que empieza a prosperar en Córdoba, una ciudad a la que considera «muy tradicional» en materia gastronómica.
No obstante, aclara que, a su juicio, «sin tradición no se puede hacer nada» en los fogones, y destaca que los jóvenes cordobeses hoy en día están arriesgando mucho en técnicas culinarias, siempre a partir de una sólida formación en cocina.
Dentro de este ámbito, «Celia Jiménez» viene a «abrir el abanico» de establecimientos cordobeses para hacer de la ciudad «todavía más rica», en un momento en el que «la cocina está de moda».
«Esa es la parte bonita de esta profesión, pero no todo el mundo se mueve dentro de esa elite de la cocina», afirma la cocinera cordobesa, que defiende que la verdadera responsabilidad está fuera de los focos, en la satisfacción de los clientes, pero que confiesa que «a todo el mundo le gusta sentir que el trabajo se reconoce».
Sin embargo, Jiménez no se apresuró cuando obtuvo su estrella Michelín hace diez años, aunque esto le permitió volver a su ciudad y mantenerse en un lugar privilegiado dentro de un mundo tan competitivo como el de la «alta cocina».
«Todos los establecimientos reconocidos con estrella Michelín sienten presión cuando se acerca la publicación de la guía», señala Jiménez, quien no obstante especifica que «entrar en el juego» de la crítica gastronómica es «una decisión personal» que puede entrañar ciertos riesgos.
El principal, según explica, está en las expectativas del cliente, que llega a un establecimiento de este tipo con un paladar ávido de sorpresas, y el secundario está en el tema económico, ya que, para la cocinera, este tipo de restaurantes «son poco rentables».
«Siempre se dice que cuando te dan la primera estrella Michelín hay que trabajar como un dos estrellas cobrando precios de una», zanja Jiménez, una «estrella» femenina dentro de un mundo que, por el momento, capitalizan los hombres.
Algo que achaca a que el sacrificio femenino es mucho mayor en el mundo de la restauración, sobre todo a la hora de conciliar la vida familiar y laboral, lo que hace que, con motivo de la maternidad, muchas grandes cocineras se hayan quedado por el camino.
No es su caso. Jiménez ha labrado su camino plato a plato, cliente a cliente, y todo ello le ha llevado a esta nueva aventura que comienza hoy en Córdoba bajo su propio nombre.
Por Juan Velasco.