(dpa)- «Ok, empecemos». El video animado muestra un niño parado delante de una alfombra de oración en su habitación. De fondo se escucha el canto de unos pájaros. «Nos paramos bien ergidos y colocamos nuestros pies en dirección a la Kaaba en La Meca».
En lenguaje comprensible para niños, la figura tridimensional explica los primeros pasos de la oración diaria de los musulmanes. Alzar las manos hasta la altura de los hombros y pronunciar la frase: «Allahu akbar», Alá es el más grande.
Con dos millones de visualizaciones, este breve clip de YouTube es uno de los más exitosos de la serie animada «Ali and Sumaya». Así se llaman los dos protagonistas, que explican a los niños el mundo del islam de forma lúdica.
Para musulmanes muy jóvenes pero también para niños cristianos o hindúes ha surgido en Internet un colorido mundo de series con contenido religioso. A ello se suman apps y juguetes con el mismo trasfondo: la religión puede ser, en parte, un asunto muy serio, pero también puede ser entretenida.
«Cuanto más se aprende sobre el islam como religión, mejor se entiende que el profeta Mahoma era muy amable y alegre», comenta Badheer Ballam, que produce «Ali and Sumaya» con unas diez personas.
La serie, hablada en inglés, apunta sobre todo a los niños del Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, pero también a los que viven en los Emiratos Árabes Unidos.
«Nuestro lema es comunicar el islam a los niños con diversión y amor», añade Ballam. El jeque Mohamed Jibril, un conocido religioso egipcio, incluso aportó a la serie su voz y su rostro. Entretanto, «Ali and Sumaya» ya tiene su propia app.
En todo el mundo hay unos 1.800 millones de musulmanes, la mayoría de los cuales vive en el mundo árabe y en Asia. Según el instituto demoscópico Pew Research Center, para el año 2069 podrían ser 3.000 millones debido a la alta tasa de natalidad entre los creyentes.
Muchas veces los niños aprenden la fe muy pronto a través de sus padres, en la escuela o en clases de Corán en una mezquita. En el Ramadán, el mes de ayuno musulmán que comenzó el 23 de abril, las series de dibujos animados con un mensaje moral son parte de la programación televisiva desde hace muchos años.
Ahora se sumó YouTube, la plataforma que contiene videos sobre absolutamente todo, desde recetas hasta contenido para gatos. Entre los hits islámicos de YouTube figuran las coloridas historias de «Zaky and Friends» en torno al oso Zaky, que es de color violeta y una especie de Winnie the Pooh para musulmanes.
Su clip sobre el alfabeto árabe tiene más de 75 millones de visualizaciones. La canción infantil ordena las letras del alfabeto árabe con una palabra, entre ellas, Alá, Ramadán y la peregrinación hach o hajj.
Ya desde antes de YouTube existía contenido televisivo religioso para niños, y no sólo entre los musulmanes. En Estados Unidos, por ejemplo, unas frutas y verduras antropomórficas relatan en las «Veggie Tales» historias de la Biblia desde 1993.
En ese país se intentó también, con éxito regular, crear videojuegos cristianos, por ejemplo, «Captain Bible in Dome of Darkness» o «Bible Game», en el que los jugadores deben responder preguntas sobre el Antiguo Testamento.
Los cristianos encuentran hoy en día en Internet también juegos de mesa, libros para colorear y a David y Goliat como personajes de acción.
Y los hindúes, a quienes «Plaza Sésamo» no les alcanza como brújula moral para sus niños, pronto tendrán lo que buscan en Netflix: la plataforma de streaming anunció la serie «Ghee Happy», sobre «un dulce grupo de dioses hindúes» en un jardín de infantes.
La dirección estará a cargo nada más y nada menos que de Sanjay Patel, que dirigió películas tan exitosas como «Ratatouille» y «Los Increíbles» para los estudios Pixar. Se estima que los hindúes conforman el 15 por ciento de la población mundial y son así una de las religiones mayoritarias.
«Los niños aprenden de manera lúdica, no importa qué», indica Farzana Rahman, quien buscó en vano en torno a 2010 juguetes para su hija pequeña que le ayudaran a transmitirle la fe islámica. Entonces comenzó a diseñarlos y a producirlos en China.
Hoy esta empresaria londinense revela que vende su mercancía entre otros en Europa, Sudáfrica, los Emiratos Árabes así como en Arabia Saudí, Nigeria e Israel.
«My Little Muslim Friends» («Mis pequeños amigos musulmanes») llamó a sus muñecos de tela ataviados con vestimenta islámica. Rahman también ofrece almohadones con forma de luna y estrella que brillan en la oscuridad y recitan una oración nocturna («dua»). O al oso «Penny», que se inclina para orar y puede recitar algunos versículos.
Sus juguetes, al igual que las series animadas, son una señal de que la religión y las familias religiosas se transforman, observa Rahman: «Simplemente se adaptan a los tiempos».
Por Johannes Schmitt-Tegge (dpa)