Colonia (Alemania), 7 jun (dpa) – Maria Hertwig está sentada en un sillón a más de 450 kilómetros de distancia en línea directa del famoso castillo bávaro de Neuschwanstein. A pesar de la enorme distancia, puede dar su parecer sobre el suntuoso edificio que mandara construir el rey Luis II de Baviera. «Tenían buena mano de obra», comenta. En su opinión, es casi increíble cómo han hecho para subir todo ese material de construcción. Su conclusión: «¡Es una maravilla!».
Hertwig, de 93 años, interna en el centro St. Maternus, una de las residencias para mayores que la organización de Cáritas tiene en Colonia, puede ver realmente el castillo de cuento en ese momento ante ella gracias a unos cascos de realidad virtual. Este dispositivo le permite vagar libremente la mirada en un entorno producido digitalmente -una realidad virtual-. Si Maria Hertwig mira recto, ve el castillo. Si gira la cabeza, puede ver los prados verdes de la región de Algovia. «Son todos campesinos ricos», observa. Mucha tierra, pocas casas.
El centro para personas mayores de Cáritas es un hogar en el que se experimenta con los logros de la tecnología moderna como los videojuegos y los smart speaker, es decir, altavoces conectados a Internet. Los residentes pueden consultar, por ejemplo, si hoy tienen alguna cita. Y el casco de realidad virtual se adquirió para ayudar al llamado trabajo biográfico que permite a las personas mayores a sumirse otra vez en su propia historia. Maria Hertwig, por ejemplo, que vivió su infancia en Baviera, adora esa región. Por eso le gusta ver el castillo de Neuschwanstein.
Esta residencia de ancianos es una prueba de hasta qué rincón de la sociedad han llegado entretanto las nuevas tecnologías digitales, aun cuando, en ocasiones, el avance haya sido muy lento. Y también es una muestra de qué expectativas se asocian a ello.
«La realidad virtual es una posibilidad de ampliar el horizonte de experiencias. Es importante, por ejemplo, cuando una persona ya no es capaz de salir por sí misma», explica el gerontólogo Uwe Kleinemas. «Sabemos también que la evolución de las demencias se puede influenciar positivamente ejercitando la mente». En la ciudad de Krefeld se creó un proyecto en el que los médicos quieren frenar el avance de la enfermedad con ayuda de los cascos digitales.
Los temas como la realidad virtual y los videojuegos en las residencias de ancianos están aún en los inicios, según estimaciones de Kleinemas. Aún no hay suficientes estudios de peso sobre los efectos positivos. Hasta ahora, el efecto positivo solo se ha deducido por lógica. «En principio, el uso de estos medios electrónicos se evalúa positivamente, ya que puede aumentar las posibilidades de compensar las limitaciones físicas o psíquicas».
Herbert Mauel, gerente de la Federación Alemana de Proveedores Privados de Servicios Sociales, subraya que las nuevas ofertas se tienen que medir por el hecho de si permiten conservar o incluso mejorar las habilidades personales existentes. «Unos cascos de realidad virtual solos no cumplen esa función», declara. Pero en los últimos años se han desarrollado algunos instrumentos interactivos prometedores para entrenar la atención y la movilidad. Habrá que esperar si eso garantiza éxitos duraderos.
Los efectos a largo plazo parecen sin embargo no importarle mucho por ahora a Hermann Brockenauer. Este hombre es considerado en la residencia de ancianos de St. Maternus como un piloto de coches apasionado. Ahora está sentado con su palanca de mando delante del videojuego de carreras de coches «Dirt 3». Tiene que elegir el color de un coche. «Elijamos el negro», dice el anciano de 77 años. «Así, luego, se verá mejor lo sucio que está». Y sube el volumen a tope «para que se oiga bien el motor».
«Aún no hay muchas cosas para este grupo de destinatarios», comenta Jana Timme, una empleada que trabaja en la atención social. «Pero se está descubriendo poco a poco».