Las cebollas se consiguen fácilmente, son ricas y además sanas. Y como si fuera poco, se prestan para hacer un sinfín de recetas que incluso invitan a experimentar. Uno de los clásicos son las tartas de cebolla, que pueden ampliar muchísimo su gama de sabores al combinarlas con frutas como manzana, pera o ciruela, o con verduras como el zapallo y las zanahorias.
Otra opción es combinarlas con higos frescos, rebozuelos, sardinas y alcaparras, mientras que las versiones mediterráneas tienden más a añadirle tomates y aceitunas negras.
Todas estas espectaculares versiones pueden ir sobre una base de masa liviana de levadura o sobre una masa quebrada. Pero allí también existen otras variantes para experimentar, como la masa de queso untable y aceite. Y para quien no quiera masa, el «relleno» puede ir directo en el molde.
Como las cebollas son doradas y luego horneadas, suelen ser muy digestibles y desde ya muy sanas, explican los especialistas. Contienen vitamina C, B6, B7, potasio, compuestos de azufre y antioxidantes.
El mejor modo de conservarlas en casa es un sitio seco, fresco y bien ventilado para que no se echen a perder.