(dpa) – ¡Por fin puedo sentarme traquilo! ¡Por fin puedo tomarme un respiro! Cuando uno ha trabajado 40 años, espera ansioso ese gran momento. Es una idea que inspira mucha tranquilidad y motivación. Sin embargo, si uno quiere mantener la cabeza funcionado hasta avanzada edad, es importante permanecer en movimiento. Y eso, en todos los sentidos.
«Es importante continuar exponiéndose a todos los aspectos de la vida, los bellos y los sombríos», apunta Christine Sowinski, especializada en el trabajo con adultos mayores. Aquí van nueve consejos para mantenerse despierto y en forma pese a las canas:
– Ajedrez y Juegos de Memoria: Jugar al ajedrez activa las células grises del cerebro y además puede ser muy divertido. Es posible aprender a jugar aunque uno sea mayor y es bueno porque uno puede invitar a otra persona a jugar regularmente, por ejemplo una vez por semana. Otra alternativa sería el juego de la Memoria, para mantener ágil ese mecanismo.
– Hacer deportes: No es tarde, aunque ya hayan pasado los años. Lo único importante es consultar previamente al doctor. Si él da su visto bueno, ¡a buscar algún curso! De hecho hay muchos centros de fitness que ofrecen cursos especiales. «El movimiento físico es responsable, entre otras cosas, de que nuestro cerebro se mantengan bien oxigenado», indica Sowinski.
– Ejercitar la memoria: Las palabras cruzadas y el sudoku no son suficientes a la hora de mantener ejercitada la memoria, porque apelan siempre a los mismos mecanismos cerebrales. Es mejor hacer un ejercicio completo pensado para entrenar la memoria. En algunos centros para jubilados ofrecen cursos especialmente concebidos con este fin: se exige el cerebro de modos muy diferentes. Si la reacción es flexible, el cerebro puede generar nuevos contactos con células nerviosas, apuntan los expertos.
– Bailar: Moverse al ritmo de la música, mirar a un compañero de danza a los ojos, sonreír… bailar siempre hace bien. Los movimientos requieren estar concentrado y exigen tener una buena coordinación. Además, eso repercute en la memoria a corto plazo y en la velocidad de reacción. Los bailarines también suelen tener mejor equilibrio, algo que ayuda a reducir el riesgo de caída. Y como si fuese poco, el baile genera encuentros con otras personas en la misma sintonía y es una gran fuente de alegría.
– Encontrar amigos: «El verdadero manantial de la juventud está en la reunión con otros», indica Sowinski. Encontrarse con frecuencia con los amigos espanta el fantasma de la soledad. Uno puede «reunirse» físicamente o hablar por teléfono, sea con los amigos o con familiares o vecinos. Y no todo termina allí: uno también puede conocer gente nueva siendo mayor, sea haciendo alguna tarea de beneficencia o en un centro de jubilados.
– Ir todos los días de compras: Cuando uno va frecuentemente al supermercado, se mantiene ágil, tanto física como psíquicamente. «Al movimiento se suma la necesidad de orientarse en el lugar y de comprar precios, por ejemplo», comenta Sowinski. Otro efecto positivo de ir de compras es «encontrar vecinos o conocidos» con los que conversar.
– Estar abierto a lo nuevo: Si uno lleva una vida activa, tendrá mucha más salud mental. ¿El nieto nos quiere enseñar cómo grabar un video con el móvil? ¡Perfecto! A prestar atención. Aprenderemos algo que quizás incluso nos divierte. Ocuparse de otros también es muy bueno porque demanda planificación, organización y cuidados.
– Buena alimentación: Este punto es crucial. Es importante tener una dieta bien balanceada en la que predominen las verduras, las frutas y las harinas integrales. Un poco de leche y productos lácteos, una vez por semana pescado y, como máximo, dos porciones de carne por semana. Mejor elegir grasas vegetales y no animales.
– Apuntar los recuerdos: Para escribir nuestros recuerdos debemos sentarnos, hacer memoria y luego encontrar las palabras justas con las que los queremos describir. Eso no sólo es buen ejercicio para la mente, sino que además nuestros nietos nos lo van a agradecer. Al fin y al cabo, esas memorias de nuestros abuelos se convierten en piedras fundamentales de nuestra historia familiar.
Por Sabine Meuter (dpa)