(dpa) – Naturalmente que en el Museo de Ikea pueden encontrarse albóndigas (köttbullar). Y alguien dice que son las mejores, incluso cuando Pontus Johansson no puede terminar de confirmarlo. Porque en la ciudad de Älmhult, donde Ingvar Kamprad (1926-2018) abrió el primer Ikea, se producen albóndigas con los mismos estándares que en cualquier otra parte del mundo, informa el coordinador de eventos del museo.
«Pero sabemos del mito», apunta, y dice también: «A Ikea se le asocia con la comida. En algunos países la gente va a la tienda primero a comer y no a comprar». Y en esta región no solamente se encuentra Ikea, sino otras empresas y diseñadores de muebles como Lammhults, Norrgavel, Svenssons y Nilssons. Asimismo aquí siempre se trata de comer.
MÁS QUE SOLAMENTE KÖTTBULLAR
En el Museo Ikea se aprende rápidamente que también Ikea tiene más que ofrecer que köttbullar. El restaurante apuesta por las especialidades regionales, que se elaboran preferentemente con productos locales. Por ejemplo se sirve kroppkakor -albóndigas de patata rellenas de tocino-. Y tampoco falta el salmón, que siempre está presente en Suecia.
El museo no solamente es una vitrina de la historia de la empresa, sino una breve excursión a la historia reciente sueca. Porque el ascenso de la compañía está estrechamente ligado con la historia local y el desarrollo económico.
LA REGIÓN ES SEDE DE MUCHOS FABRICANTES
Smolandia tiene mucho que ofrecer a los amantes del arte y del diseño. Por ejemplo el Vandalorum en Värnamo. El distrito de arte está compuesto por cuatro graneros rojos, donde hay entre 12 y 15 exhibiciones rotativas por año.
Y nuevamente hay que volver a planear sí o sí una visita a un establecimiento gastronómico. El «Syltan» fue premiado como uno de los mejores restaurantes culturales de Suecia, pero no es caro, según confirma la afluencia de residentes al mediodía.
A poca distancia, en la ciudad de Värnamo, se encuentra otro centro de arte sueco: el Bruno Mathsson Center. La otrora casa natal y atelier del famoso diseñador de muebles (1907-1988) es ahora un museo, colmado sobre todo de sillas y tumbonas.
LOS TURISTAS TAMBIÉN PUEDEN SOPLAR VIDRIO
La ciudad de Kosta forma parte del denominado reino del cristal de Suecia, asimismo en Smolandia. Aquí se fabrican los productos de la marca Kosta Boda, en el taller de vidrio más antiguo y aún activo de Suecia.
Al lado se encuentra una sala más pequeña, donde Lars Andersson da instrucciones a los visitantes un tanto cohibidos. Cualquiera puede soplar vidrio y solamente se necesita una orientación, les explica.
Y más rápido de lo que se puede ver, llega con una bola de vidrio al rojo vivo calentada a 1.100 grados e insta a darle forma. Esto recién ocurre en un molde de madera húmeda que es movido continuamente.
A continuación, la masa, que sigue siendo dura, se introduce en un recipiente metálico y, a través de los tubos huecos en que cuelga, puede ser inflada. «Pero en ningún caso debe soplarse demasiado fuerte», enfatiza Andersson. «Es más bien una respiración delicada». De lo contrario, el cristal se rompe.
SON POCOS LOS QUE SE CONVIERTEN EN PROFESIONALES
Lo que parece tan sencillo con Andersson y los turistas -que a diario elaboran jarrones o bolas decorativas en cursos de sólo una o dos horas- es una verdadera artesanía que requiere años de aprendizaje.
Sólo unos pocos llegan a convertirse en maestros del vidrio en Suecia, y por lo general esto ocurre en el marco de una orgullosa tradición familiar.
Junto al estudio de Andersson se fabrican a gran escala en un taller también productos de uso cotidiano como recipientes de bebidas, pero asimismo se producen piezas especiales como los trofeos para el Festival de Eurovisión. Quien así lo desee, puede quedarse observando.
Varios de los talleres tienen sus puertas abiertas para los visitantes sin costo. Simplemente se puede entrar y hablar con los artesanos junto a los hornos.
Y quien desee acercarse aún más, o sea al centro del proceso creativo del diseño del cristal, deberá viajar unos 20 minutos más, hasta Boda. En la fábrica inactiva denominada Glass Factory hay estudios de diseño, talleres participativos y una especie de escenarios para shows.
Por Simone Andrea Mayer (dpa)