Escoger un destino turístico cuando las opciones de la lista son todas espectaculares, se convierte en un proceso complicado. Y es que las islas Baleares acogen a millones de turistas cada año que vienen desde cualquier parte del mundo, por lo tanto, si te apetece visitarlas, pero no sabes por dónde comenzar, en este artículo te mencionaré algunas particularidades de cada una de ellas, y entonces así podrás decidirte entre visitar Ibiza, Mallorca, Fomentera o Menorca.
Empecemos por Mallorca. “La elegante isla mayor”, como la llamaron los romanos posee todo lo que uno pueda soñar.
Los primeros turistas empezaron a llegar a la isla a principios de los años veinte y, hasta la guerra civil, fue creciendo en ella un turismo selectivo, especialmente de intelectuales y artistas.
La oferta cultural de Palma es equivalente a la de una ciudad diez veces mayor; por ejemplo, el Auditorio de Palma se cuenta entre una de las mejores salas de conciertos de Europa.
El clima suave de la isla con cielos despejados, su belleza paisajística, su gran historia, y su atmósfera cosmopolita, la convierten en un lugar privilegiado. En Mallorca encontramos relax, fuente de inspiración, cultura y ocio, «todo en tan pequeño territorio».Igualmente, los más bonitos e interesantes enclaves de la isla son las playas, los pueblos, el testimonio de su rica historia y la vida nocturna.
Por otro lado, está la fascinante isla de Menorca. En este lugar, la leyenda otorga a los vientos de la tramontana la propiedad de modificar las conductas. Quizás este sea el misterio y fuerza que atrae como un imán a aquéllos que después de llegar como visitantes no pudieron nunca más abandonar la isla.
Menorca, la más oriental del archipiélago, tiene una personalidad fuerte y diferente al resto de las islas. Salpicada de monumentos megalíticos y de múltiples huellas de su accidentada cultura, ofrece contrastes en sus apenas 700 Km2.
Su superficie casi llana nos brinda la agradable sorpresa de 216 km de costa con multitud de playas y calas solitarias. Menorca, la menor como la llamaron los romanos en contraposición a la mayor que es Mallorca, presenta una atmósfera casi pura, virgen; como si en estas localidades de gentes cordiales y aguas transparentes, el reloj se hubiera parado en una extraña magia propicia para descansar.
En tercer lugar, está la famosa isla de Ibiza. Este paraíso natural se ha convertido en un centro cosmopolita y risueño de gran atractivo turístico. Al igual que en el pasado llegó a la fama por su cultura hippie y playas nudistas, hoy en día ofrece muchas otras posibilidades también para otros públicos.
Sin embargo, aún quedan algunas colonias hippies, así como un gran número de jóvenes que la han seleccionado por su extraordinaria vida nocturna, que comienza en realidad por la tarde en las bellísimas calas de la Isla donde se entabla amistad y se termina pasando la noche en algunos de sus innumerables locales de moda y discotecas.
A parte de este aspecto, no se puede olvidar la antiquísima historia ibicenca, pues fundada ya en el año 654 a.C. por los Cartaginenses, sirvió de hogar a numerosas culturas mediterráneas, como la púnica o romana, que en ella dejaron su huella. Es por ello que una visita cultural sería de gran interés, si podemos resistirnos a la fuerza casi magnética que la playa ejerce sobre nosotros cuando estamos en la isla.
Y finalmente tenemos a la isla de Fomentera. Esta pequeña isla de 90 Km2, también llamada isla de pinos por los bosques que la pueblan está situada frente a la costa Sureste de Ibiza, a unas 11 millas marinas.
En Formentera se puede divisar el mar desde cualquier punto de la isla, así como disfrutarlo en suaves playas de arena o en escondidas calas, algunas con sorprendentes grutas sumergidas.
La isla de paz y luz se presenta paradisiaca con sus pinos mediterráneos y sus palmeras africanas. Su clima primaveral es ideal para todos aquellos que no buscan mucho calor y desean huir del ambiente frío tanto de Europa como del resto del mundo, y lejos del mundanal ruido uno se siente en ella envuelto en una atmósfera mágica, con molinos de viento y norias.
Tiene una atmósfera mestiza y particular, donde los aspectos típicamente baleares y mediterráneos se funden con los recuerdos africanos.
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