(dpa) – Por más que los propietarios de automóviles antiguos defiendan la singularidad de su vehículo, hay algo en lo que la mayoría se parece: Quieren preservarlo de la suciedad, la sal de deshielo y los daños del invierno. Por eso, la mayoría de ellos envía sus coches a un «cuartel de invierno».
Pero a la hora de preparar todo para esta «hibernación» se pueden cometer muchos errores. Los expertos aconsejan lo siguiente:
Acelerar a fondo una vez más: Recorrer el trayecto corto hasta el aparcamiento y apagar el motor puede tener consecuencias indeseables. Quien estacione su vehículo con el motor frío, se arriesga a la corrosión en las profundidades de la técnica.
La razón: En la combustión de la gasolina, también se forma agua. Por eso, es conveniente llevar el auto una vez más a una temperatura de funcionamiento para que el agua en los cilindros y en los aros de pistón, en el dispositivo de escape y -en el caso de vehículos con catalizador- en la sonda lambda se evapore. Es bueno frenar con fuerza en ese proceso, para que también los frenos entren en calor una vez más.
Elegir el lugar de estacionamiento apropiado: La humedad es un gran riesgo a la hora de elegir aparcamiento. Éste debería ser seco, estar bien ventilado y, de ser posible, ser cálido.
Lavar y cuidar: Tras un lavado profundo se pueden ver mejor posibles daños en la pintura. Éstos se pueden cubrir con cuidado con un pincel de retoque. Eso previene la corrosión. También hay que quitar los restos de excremento de pájaros o de resina de los árboles porque pueden atravesar la pintura hasta la chapa.
Sobre todo en el caso de los coches más antiguos debería controlarse además la parte baja y, de ser necesario, mejorar la protección. Las partes oxidadas deberían pulirse y sellarse.
Cosmética antes del receso invernal: Los asientos de cuero, las partes de cromo o de goma así como el aislamiento deberían ser tratados con productos especiales. En el caso de las capotas de los descapotables hay que limpiar con agua, dejar secar y luego impregnarlos.
Revisar y adecuar los líquidos del motor: Siempre y cuando el auto no tenga tanque de plástico, lo mejor es llenarlo de combustible. Así se previene la formación de agua condensada y, por lo tanto, de óxido. Para lo mismo sirve hacer un cambio de aceite, ya que en éste se pueden haber formado componentes corrosivos.
En el caso de utilizar un anticongelante debería ser uno que aguante temperaturas de haste 40 grados bajo cero. Lo mismo vale para el anticongelante del limpiaparabrisas. Si se trata de un motor de aluminio, en cambio, debería vaciarse el líquido refrigerante, porque éste puede atacar el metal ligero durante el tiempo de estacionamiento.
En el caso de haber carburador, debería vaciarse la cámara del flotador. Porque si se seca el combustible que contiene, es probable que el vehículo no arranque en la primavera.
Levantar sobre tacos: Para que el auto supere bien el receso invernal, es importante la posición correcta. A los vehículos más viejos se recomienda colocarlos sobre tacos. De esta manera, se reduce la carga sobre las ruedas, lo que previene deformaciones de los neumáticos. Éstos, sin embargo, deberían tener algo de contacto con el suelo para que los muelles y los amortiguadores tengan una ligera carga. Eso es importante sobre todo en autos con trenes de rodaje modernos. En el caso de los muelles laminados de los veteranos no lo es tanto.
Quien no pueda colocar su vehículo sobre tacos, debería inflar un poco más los neumáticos, con una presión aproximadamente un tercio más alta.
Cargar la batería: Es pesada, pero si la saca y la carga y descarga regularmente, tendrá una vida útil más larga. Hoy en día ya nadie debe hacer esto manualmente. Hay aparatos especiales que lo hacen automáticamente. Si no la saca, no sólo se arriesga a que se descargue y no arranque el auto, sino también a que se congelen sus partes y revienten.
Por Stefan Weissenborn (dpa)