Viajar es un lujo que ya está al alcance de prácticamente todo el mundo gracias a las posibilidades que ofrecen aerolíneas, hoteles y atracciones, que lanzan ofertas constantemente para llenar sus asientos, habitaciones y plazas.
Cada vez son más comunes los viajes de tres días a cualquiera de las capitales europeas. Se trata de un periodo de tiempo que permite visitar, al menos, lo imprescindible y más típico de ellas.
París, por ejemplo, no puede abandonarse sin haber visto la Torre Eiffel, los Campos de Marte, navegado por el Sena en bateau hasta Notre Dame y subido a la zona del Sagrado Corazón para bajar de nuevo a la ciudad a través de las callejuelas de Montmartre y la zona de los moulins.
Lo mismo ocurre con Londres, imposible volver a cualquiera de sus aeropuertos sin haber paseado por las orillas del Támesis hasta llegar al Big Ben y las Casas del Parlamento, vista la Torre y Puente de Londres, la imagen de la guardia real de Buckhingham o cualquiera de los parques que oxigenan una de las ciudades más visitadas del planeta. Estando tres días, Candem, la zona de Trafalgar Square o incluso los Museos gratuitos pueden ser opción.
Claves para aprovechar tres días en la ciudad
Obviamente para aprovechar al máximo este tipo de viajes relámpago hace falta planificación.
- Reservar vuelos que aterricen pronto en destinoy salgan lo más tarde posible. Normalmente para conseguir tarifas bajas hay que volar a aeropuertos secundarios, con lo que contar previamente con la conexión entre aeropuerto y ciudad es vital. Transporte público, taxi o transfer o incluso un uber o Cabify si lo hubiera pueden ser las mejores opciones.
- Tener claro qué se quiere ver y, si se trata de atracciones, llevar las entradas reservadas. Es la forma de no perder tiempo una vez se quiere acceder a ellas. Existe además la posibilidad de comprarlas con la opción de evitar colas in situ. Dependiendo del presupuesto permite optimizar al máximo el tiempo.
- Organizar al máximo los recorridos para hacer que los desplazamientos sirvan también como parte de la ruta turística. Para esto, normalmente las ciudades tienen un tipo de tarjeta pass que permite coger autobuses turísticos que permiten a los turistas pasar por algunos de los monumentos que, de otra forma, puede que no entraran en el recorrido básico.
- Imprescindibles: al menos tres de los monumentos más emblemáticos, un museo, un trayecto en el transporte más típico (barco en ciudades con río, góndola en Venecia, tranvía si lo hubiera…), un restaurante con comida típica, una parada en una de las tiendas de souvenirs y un parque. Con esto, prácticamente se puede decir que se ha estado en cualquier rincón del mundo.
- Aprovecharse de algún free tour o guía contratado para poder entender qué se está viendo o llevar una guía que lo explique. Es necesario empaparse en los destinos y para ello hay que ir con los deberes hechos. Los viajes sirven en realidad para eso, para ser capaces de abrir la mirada y encontrarse frente a frente con otras costumbres y tradiciones.