(dpa) – Parece un «déjà-vu» del inicio de la pandemia, por las estanterías vacías en el supermercado y las compras acaparadoras. Pero esta vez, en vez del papel higiénico, el objeto de deseo es el aceite de girasol.
Son muchos los países que dependen del aceite de girasol de Ucrania, uno de los principales productores de este producto básico, por eso cada vez son más los consumidores preocupados por hallar un aceite sustituto para freír. Pero existen buenas alternativas.
Una opción para reemplazar el aceite de girasol es, por ejemplo, el aceite de colza refinado. según señalan expertos en nutrición.
Gracias al proceso de refinado, que separa las sustancias no deseadas, el aceite es estable al calor y, al mismo tiempo, de sabor relativamente neutro. Por lo tanto, es adecuado para freír, saltear, aderezar ensaladas u hornear.
Al mismo tiempo, el aceite de colza contiene más ácidos grasos omega 3 que el aceite de girasol, por lo que es importante para el metabolismo.
También se puede recurrir al aceite de oliva. Sin embargo, los cocineros deben tener un poco más de cuidado al calentarlo.
En el caso del aceite de oliva prensado en frío, es decir el virgen, los especialistas sostienen que no resulta muy eficaz calentarlo a muy altas temperaturas porque así se destruyen las sustancias aromáticas que habían sido previamente aseguradas en el proceso de extracción.
Por ello, una alternativa al aceite de girasol es el aceite de oliva refinado.
El llamado punto de humo indica cuando un aceite llegó a una temperatura demasiado alta. A partir de esa temperatura se evaporan el agua, los ácidos grasos libres y los productos de degradación y se forma el humo.
En el proceso, los aceites pueden desarrollar sustancias nocivas como la acroleína y, al mismo tiempo, inflamarse fácilmente. Esto se puede reconocer por una decoloración oscura del aceite y un olor desagradable.
Los expertos especifican un valor orientativo de 200 grados para calentar aceites refinados. En el caso de los aceites vírgenes, la temperatura indicada es menor, de entre 120 y 190 grados.
Sin embargo, los especialistas en nutrición desaconsejan modificar el punto de humo con ayuda del agua, ya que se trata de un proceso muy técnico. Como consejo práctico para ahorrar dinero, recomiendan utilizar sartenes bien recubiertas para usar menos aceite.