(dpa) – Las nuevas gafas de realidad virtual Quest, fabricadas por la filial de Facebook Oculus, parecen haber dado en la diana de lo que será el futuro de la industria y los jugadores online, con una experiencia de juego completa en su terreno, sin cables y a un precio de 449 euros (503 dólares).
Las gafas Oculus Rift S, que se conectan al ordenador con un cable y se supone que ofrecen una mayor calidad de realidad virtual a través del acceso a la potente tarjeta gráfica, cuestan lo mismo. Pero lo mejor del modelo Quest es que no necesita un ordenador para nada, así que solo hace falta desembalarlas, prepararlas y empezar a jugar.
Facebook cree que mucha gente está entusiasmada con la realidad virtual debido a su facilidad de uso. Ambas gafas saldrán a la venta el 21 de mayo.
La innovación más importante de las gafas Quest son cuatro sensores, que se integran directamente en ellas. Por un lado detectan la posición en la habitación y por otro lado siguen los movimientos del mando en las manos derecha e izquierda.
El modelo que apareció hace tres años aún necesitaba dos sensores externos. El más simple Oculus Go del año pasado no tenía ningún sensor espacial, por lo que solo es adecuado para contenido de vídeo o juegos de realidad virtual muy sencillos y parece que se mantendrá “de momento” en el mercado.
La ventaja de los nuevos sensores de las Quest ya se nota al replantear la zona de juego segura, es decir, la ubicación de las paredes azules virtuales. Están diseñadas para evitar que las personas se muevan fuera de un área segura con sus gafas puestas. Las Quest tienen una función llamada «Passthrough» que permite ver el entorno real en las gafas y dibujar líneas virtuales en el suelo con el mando.
La imagen del entorno transmitida por los sensores recuerda a la calidad de un dispositivo de visión nocturna –en blanco y negro con poca nitidez- pero hace muy bien su trabajo. La imagen de la habitación no sale de las gafas y no se comparte con los desarrolladores del software por razones de privacidad, asegura Oculus.
Para configurar las gafas Quest, primero se deben emparejar con un smartphone, entre otras cosas, para establecer una conexión a la red WLAN. Para empezar a jugar solo se necesitan unos minutos, suponiendo que se disponga de una conexión rápida a Internet, ya que los juegos suelen tener un tamaño de varios cientos de megabytes.
El chip Snapdragon 835 de Qualcomm, habitual en smartphones, está presente en el hardware de las Quest. Y eso pone límites a las posibilidades de las gafas en comparación con el funcionamiento por cable con un ordenador, como sucede con los modelos Rift o Vive de HTC.
Los usuarios tienen que estar preparados para texturas algo más simples, menos detalles y efectos físicos menos complejos. La buena noticia es que esto no afecta a la experiencia de juego.
Gracias a una pantalla mejorada y a los nuevos objetivos ya introducidos en el Oculus Go, la imagen se ve clara. Es nítida y se aprecia más definida que la primera generación del modelo Rift lanzado hace tres años.
En un juego como «Beat Saber», en el que los jugadores tienen que cortar con espadas láser dados de colores que vuelan hacia ellos al ritmo de la música, la ilusión del espacio virtual es muy buena. Sin embargo, su calidad visual en el modelo Rift de juegos como «Stormland» o «Asgard’s Wrath» sobrecargaría las Quest, admiten fuentes de Oculus
En la versión de prueba del juego «Superhot» para las gafas Quest, con las que la acción se ejecuta según la velocidad de movimiento de los jugadores, los oponentes se muestran notablemente más lentos y por lo tanto más inofensivos que con las gafas Rift. En su lanzamiento al mercado, las Quest tendrán 50 juegos disponibles.
Al encender las Quest, se oye el rumor de un ventilador, encargado de refrigerar el chip. La carga de batería permite sesiones de juego de dos a cuatro horas, según los requisitos del juego.
Las Oculus Quest son las primeras gafas de realidad virtual en las que la diversión que proporcionan los juegos supera los compromisos que supone la ausencia de cables. Además, el precio es moderado. El competidor HTC ofrece un dispositivo similar, dirigido al mercado corporativo, con su Vive Focus Plus a un precio de 699 euros sin impuestos.
Por Andrej Sokolow (dpa)