(dpa) – La cantante pop Alicia Keys habla de una «concrete jungle», es decir, una jungla de cemento, cuando le canta a Nueva York. Y por cierto, la ciudad de 8,8 millones de habitantes entre el río Hudson y la playa Rockaway Beach parece consistir tan solo en un skyline de rascacielos.

Pero Nueva York es más que vidrio y cemento: el 14 por ciento de la ciudad está conformado por superficies verdes. Más allá del famoso Central Park, hay otros parques más pequeños y más grandes que permiten desubrir sectores menos conocidos de esta ciudad estadounidense.
Una hamaca con vista al skyline
A solo ocho minutos de viaje en ferry desde el extremo sur de Manhattan se encuentra un oasis frecuentemente ignorado de Nueva York: Governors Island. Desde la isla sin autos, de 70 hectáreas, es posible admirar una amplia vista del skyline de la ciudad y de la Estatua de la Libertad.
En el parque Hammock Grove se puede descansar en una de sus muchas hamacas. Otra cosa que vale la pena, especialmente para los niños, es el «Teaching Garden», una especie de escuela de jardinería. En tanto, la organización Friends of Governors ofrece caminatas gratis de una hora por la isla. También se pueden alquilar bicicletas.
Pasar el tiempo en Astoria
El viaje al Socrates Sculpture Park ya es un disfrute. El trayecto en ferry desde el muelle 11 (Station Wall Street), en el sur de Manhattan, permite acercarse al barrio más grande de Nueva York, Queens, de la forma más bonita. El minicrucero pasa en 48 minutos debajo de cuatro puentes, desde el de Brooklyn hasta Queensboro Bridge, y brinda vistas de la ciudad a ambos lados del East River.
Una vez que se arribó al muelle en Astoria, solo hay que recorrer un pequeño tramo a pie hasta el Socrates Sculpture Park. Hoy en día cuesta imaginar que allí no había hasta entrados los años 80 más que un vertedero. Pero gracias al compromiso de la comunidad de vecinos y artistas, actualmente hay un parque que es a la vez un museo al aire libre.
Además de exposiciones de arte y jardinería, en los meses de verano también hay allí actividades gratuitas como cursos de yoga y meditación e incluso tours en canoa que arracan en la cercana playa Hallett’s Cove Beach. El recorrido permite disfrutar de una vista panorámica de Roosevelt Island hasta el barrio Upper East Side de Manhattan.
Fresas, en lugar de cemento
La ciudad es ciertamente un lugar lleno de contrastes. El Concrete Plant Park, sobre el río Bronx, es el primer «foodway» público de Nueva York: en este jardín comunitario, entre el río y las vías del Amtrak, cualquier persona puede ayudar a cultivar y cosechar verduras y frutas.
«Hasta fines de los 80, esto era una gran fábrica de cemento», dice el coordinador del proyecto, Nathan Hunter, y señala los enormes silos rojo óxido que quedaron en pie. «Luego, la fábrica cerró y el parque a su alrededor se convirtió en un lugar triste lleno de basura en el que se vendían drogas», cuenta. Tras las protestas de los vecinos, la autoridad competente, NYC Parks, inauguró allí un nuevo parque en 2009.
Para llegar hasta el parque solo hay que tomar el metro número 6 hasta la estación Whitlock Avenue.
Un oasis sobre el río Hudson
La vista desde la pérgola en Wave Hill, en el extremo noroeste del barrio de Bronx, es espectacular: desde el punto más alto del parque, la vista se dirige hacia el oeste por sobre amplios jardines, el centelleante río Hudson y se detiene en los acantilados boscosos de basalto de Nueva Jersey, conocidos como «The Palisades».
Wave Hill es la mejor prueba de la variedad de espacios verdes en el Bronx. No muy lejos están el parque Van Cortlandt Park y el Pelham Bay Park, más al este, que se cuentan entre los más grandes de Nueva York.
Para llegar a Wave Hill hay que viajar con la «Hudson Line» del North Metro Railroad que parte de la Grand Central Station. El viaje, de apenas media hora, ofrece vistas sobre los ríos Harlem y Hudson. Desde la estación Riverdale hay que recorrer luego un breve camino a pie hacia lo alto de la colina.
Por Dörte Nohrden (dpa)