BOROWEZ, Bulgaria (dpa) – La cafetería del castillo está situada en una cabaña de caza de interés histórico-cultural. En las paredes cuelgan, además de trofeos de caza, imágenes y artículos sobre la historia de la familia real de Bulgaria y dinastías europeas. Entenderse con el público local resulta sencillo, pues casi todos entienden inglés, y también los carteles y los materiales informativos están en este idioma.
La estación de esquí de Borovets, la más antigua de Bulgaria, ofrece desde la entrada del país en la Unión Europea en 2007 una alternativa a los lugares de esquí clásicos en los Alpes. La estación en la cordillera de Rila situada a 1350 metros sobre el nivel del mar ofrece sobre todo una relación calidad-precio atractiva.
Sin embargo, Borowez todavía es poco conocida, incluso en Europa. Hasta ahora la visitan sobre todo turistas britáticos, pero poco más. Con todo, sus modernas pistas de esquí y esquí de fondo con una longitud completa de 58 kilómetros cumplen sin duda con los estándares europeos. Cuatro pistas permiten esquiar de noche.
Una vez se ha terminado de esquiar, los precios de los bares y clubes nocturnos son extremadamente bajos. Los menús de los restaurantes y otros locales llevan a los turistas de viaje gastronómico por los Balcanes, con especialidades de parrilla búlgaras y serbias, ensalada griega o puré de berenjena turco. Todo acompañado de vinos de Bulgaria.
La historia de Borovets alcanza hasta finales del siglo XIX. Fernando I de Bulgaria estableció su residencia de verano en la entonces Tscham Korija, «Bosque de Pinos» en turco. A mediados del siglo XX, el lugar pasó a llamarse Borovets, pues en búlgaro «bor» significa pino. El lugar se convirtió en coto de caza y sede veraniega de la familia real.
En las afueras de Borovets se encuentra la residencia de verano de Zarska Bistriza. El castillo acabado de construir en 1914 está rodeado de un parque natural con cascadas y flora poco común, además de una iglesia ortodoxa, una galería de arte y la cafetería.
Borovets no sólo es un lugar de deportes de invierno, sino también punto de partida para interesantes rutas de senderismo por la cordillera de Rila, como por ejemplo a la cumbre Maljowiza (2.729 metros) o más allá al monasterio de Rila, de mil años de antigüedad, o a los Siete Lagos de Rila. Los montañeros pasan la noche en una cabaña y escalan luego el Mussala, la mayor cumbre de la península balcánica, con 2.925 metros de altura.
Este año, el sector turístico espera un nuevo récord de visitas. «Esperamos de nuevo a muchos británicos, rusos y griegos», dice la encargada de una cafetería situada junto a las pistas.
Y el jefe de la Asociación de Hoteleros y Restauradores, Blagoj Ragin, confía incluso en la ayuda de Dios: «Dios está con nosotros y nos envió ya en noviembre nueva nieve».
Por Elena Lalowa