Desde hace más de un año me aficione a pintar, fue como volver a la infancia, fui a una librería y compre lápices de madera y unos cuadernos de Mándalas para colorear.
Mi “momento Mándala” como yo lo llamo es el momento del día que dedico a pintar y de paso a meditar, en esos casi cuarenta minutos que suelo tardar en pintar un mándala, mi mente se concentra totalmente en el dibujo, en los colores, en las sensaciones y sobretodo desconecta del resto de pensamientos que me bombardean el resto del día.
Y me preguntareis, ¿qué es un mándala? Pues como diría la wikipedia, Mándala es un término en sanscrito que significa circulo, diagramas o representaciones simbólicas bastante complejas pero para mí es mucho más que eso puesto que la mayoría de los cuadernos que nos podemos encontrar en las librerías no los encuentro para nada complejos.
En el año 1935, Marie Prévaud, fue pionera del uso de los mándalas en los colegios, sanatorios, cárceles, residencias de la tercera edad como manera de estimular la mente humana.
Los mándalas se encuentran en todas las culturas, en la naturaleza (mismamente en un caracol o en una flor se puede ver las formas) en los sistemas planetarios y en el propio ADN. Está demostrada su acción terapéutica a dibujarlos, pintarlos o simplemente observarlos con detenimiento.
Últimamente me fijo en muchas vidrieras de catedrales y es curioso como sus formas están relacionadas con estas figuras geométricas.
Los monjes budistas tibetanos los dibujan con arenillas de colores y luego los destruyen.
Os animo a tener “momentos mándala”.
Xanina