El frío es un gran enemigo de los vehículos, por eso muchos especialistas recomiendan siempre que sea posible guardar el coche en un garaje, especialmente en zonas donde las bajas temperaturas son una constante durante buena parte del año.
El invierno es la época en la que más atención debemos prestar al vehículo. Al igual que los humanos enfermamos: gripe, catarros, constipados… los vehículos pueden sufrir averías con las que no contábamos.
Los consejos que os ofrecemos no son nada fuera de lo normal y pueden ayudar para prevenir posibles imprevistos, como quedarnos tirados en mitad de un viaje o tener que invertir una importante cantidad de dinero en solucionar un problema que con prevención nunca habría llegado a producirse.
Cuidado con la batería, el elemento que más sufre
La batería del vehículo se encarga de almacenar la energía que necesita el motor para arrancar y hacer funcionar los dispositivos eléctricos del coche. El 35% de las averías que cada año se producen en carretera se deben a un fallo en el sistema eléctrico, y normalmente este fallo procede de la batería.
En invierno las baterías sufren porque habitualmente las bajas temperaturas llegan muy de golpe, sin periodo de transición. Tras un verano caluroso en el que la batería alcanza temperaturas extremas, es posible que este elemento encuentre dificultades para arrancar el vehículo.
Un buen modo de aprovechar la batería y no darla por muerta es cubrirla con un paño caliente y seco durante unos minutos antes de arrancar.
No obstante, a pesar de que las baterías pueden verse perjudicadas por el frío, todas las baterías tienen un tiempo de vida determinado, de modo que su sustitución es algo que tiene que afrontar cualquier propietario de un vehículo. Llegado ese momento, la mejor opción es dirigirse a un establecimiento de recambios para coches y accesorios para coches, como es el caso de Emilio Autorecambios, que ofrece autorecambios en granada.
Las escobillas del parabrisas, protección frente a las heladas
Otro elemento a proteger, aunque no es tan importante, son las escobillas del parabrisas. Los cristales del vehículo, cuando las temperaturas llegan por debajo de los cinco grados, pueden llegar a helarse y esto, en ocasiones, hace que las escobillas se queden pegadas al cristal.
A la mañana siguiente, si las temperaturas siguen siendo bajas y el conductor intenta eliminar la helada moviendo el parabrisas, es posible que la escobilla no pueda desplazarse, o arañe el cristal e incluso se rompa el limpia parabrisas. Si las escobillas se rompen, por fortuna son elementos del vehículo muy económicos que son solamente un fastidio de fácil solución.
Para evitar esta situación, una opción es dejar las escobillas levantadas cuando el coche esté parado para no romperlas y, lo más inteligente para evitar además problemas en las lunas es tapar los cristales con una funda para vehículos o bien con mantas o cartones.
La cerradura helada, nunca debemos forzarla
Las lunas no son la única parte del vehículo que puede helarse. La cerradura también puede sufrir el mismo destino. Si bien este es un problema menor pues en la actualidad la mayoría de vehículos se abren con mando a distancia, es posible que tengamos que acceder al vehículo de manera mecánica.
Para abrir la cerradura en caso de que esté helada, la opción pasa por aplicar calor sobre esta zona e intentar abrir el coche poco a poco hasta comprobar que todo funciona bien.
No utilizar el freno de mano cuando no sea necesario
Si el coche hay que aparcarlo en un punto en el que hay una nevada fuerte, una idea interesante es no poner el freno de mano, ya que las pastillas pueden quedar enganchadas a los discos y producir esto un susto a tener en cuenta.
Es cierto que con el freno de mano activado, todos estamos más confiados, pero si es una zona con una nevada importante será difícil desplazar el coche. En cualquier caso, esta medida solo es aconsejable en lugares sin pendiente y en los que se tenga control visual sobre el coche.
Seguridad activa, neumáticos
Un último consejo interesante tiene que ver con la seguridad activa cuando vamos conduciendo. Los neumáticos, cuando están muy hinchados de aire, pueden reducir el agarre, y esto en situaciones de helada, agua en carretera o nieve, aumenta las posibilidades de sufrir un accidente.
No obstante, no es tampoco recomendable esa idea de sacar aire de los neumáticos para ganar agarre, porque no lo conseguimos y además estropea la rueda.
Como vemos, todos los problemas o buena parte de ellos que puede sufrir el vehículo en invierno tienen que ver con las bajas temperaturas y las inclemencias meteorológicas, por lo que proteger el coche del frío es siempre la mejor opción.