(dpa) – Por la mañana, a eso de las nueve y media, un empleado abre el portón de metal del centro de información turística en el Coliseo. El sol brilla. Un clima ideal para pasear por los lugares más antiguos de Roma, sus fuentes y escalinatas. Pero la plaza frente al centro de informaciones está casi vacía. Igual que la calle que conduce al anfiteatro de los antiguos romanos.
«Roma está actualmente maravillosa… maravillosamente vacía», dice Oliver Kraushaar. El actor berlinés es uno de los pocos turistas que se mueven por la ciudad de 2,8 millones de habitantes.
La pandemia de coronavirus cambió a todo el mundo y con ello también a Roma, uno de los destinos turísticos urbanos predilectos de los viajeros. Actualmente, visitantes y locales pueden vivir las calles y plazas de una forma que recuerda a las fotos en blanco y negro de los años 50.
Si bien el aislamiento social estricto se terminó y desde el 3 de junio Italia está abierta para todos los ciudadanos de la Unión Europea (UE), la época del turismo masivo, que hizo que casi 20 millones de personas visitaran Roma en 2019, parece haber quedado a años luz de distancia.
Kraushaar viaja por Roma con su esposa, su hijo de nueve años y su hija de seis. «Los hoteles son actualmente mucho más baratos de lo normal», comenta contento este actor de la compañía de teatro alemana Berliner Ensemble, quien también participó alguna vez en la famosa serie policial de televisión alemana «Tatort».
En su opinión, esta etapa es una oportunidad. Según dice, pudo sumergirse con sus hijos en el arte y la historia: ya fueron al Vaticano y reservaron entradas para el Foro Romano. «Por supuesto, tomamos todas las medidas para prevenir el coronavirus», añade.
Esta familia berlinesa es un ejemplo típico de los nuevos turistas romanos: se ven familias con hijos, entre ellas muchas italianas. Jóvenes y curiosos en grupos pequeños cruzan uno de los puntos de encuentro favoritos de la ciudad, la plaza Campo de’ Fiori. Desaparecieron los turistas de autobús, los grupos de jubilados con guía así como una gran parte de los turistas asiáticos y estadounidenses, los con mayor poder de compra.
La virulencia con la que Italia fue afectada por el virus quedó en la memoria de muchos turistas. Incluso los alemanes, que suelen ser viajeros, prefieren vacacionar en las playas alemanas o Baviera. «Es un problema psicológico», afirma la administración de la ciudad.
Si bien la situación de la salud nunca fue crítica en Roma y los números de infectados del país mediterráneo suelen ubicarse actualmente por debajo de los alemanes, el turismo no arranca.
Además, para chinos, japoneses, estadounidenses y muchos otros sigue rigiendo una cuarentena de dos semanas. Por eso es fácil encontrar un sitio bien adelante en la Fontana di Trevi con una vista increíble de esta fuente del siglo XVIII.
En la escalinata de la famosa Plaza de España, en Roma, un policía advierte con su silbato a un joven que descansa allí relajadamente. La ciudad prohibió sentarse en la escalinata de mármol en 2019 para evitar la gran cantidad de basura. De algún modo, hoy en día, un año después, esa advertencia parece fuera de lugar.
Camino al Panteón con su imponente cúpula, la Piazza Navona y la Basílica de San Pedro, se pasa por la zona comercial. Ya sean tiendas que venden moda barata o prendas caras de diseño, en muchas de ellas hay carteles que anuncian descuentos de hasta el 70 por ciento. Incluso las colecciones más recientes tienen ligeras rebajas.
Muchas tiendas cerradas dan cuenta de los problemas que atravesaron. Mientras, evitar el ruido de la gran obra de metro en la Piazza Venezia ya era algo necesario antes.
En Italia, el turismo representa alrededor del 13 por ciento del Producto Interior Bruto. Con este trasfondo, la caída del turismo en Roma parece aún más drástica. Los analistas contabilizaron en junio de 2020 sólo 6.300 llegadas de extrajeros a hoteles y pensiones, una cuarta parte de ellos desde Alemania.
Un año antes, habían pasado la noche en Roma en junio más de 773.000 personas. Es decir que la disminución fue del 99 por ciento. «Actualmente hay sólo unos 200 de 1.200 hoteles abiertos», afirma un portavoz de la asociación hotelera Federalberghi Roma sobre julio.
La Piazza Navona está rodeada de restaurantes y bares. Una gran parte de ellos se enfocó en los extranjeros. Muchos de los menús desamorados para turistas de algunos locales espantan a los romanos. Ahora se observa a los meseros esperando de pie delante de mesas vacías, con las manos a la espalda o en el teléfono móvil.
«Es una catástrofe», asegura Marco, quien atiende el pequeño restaurante «La Locanda Romana» en una calle al costado de la plaza. «La Piazza está vacía. No vienen extranjeros. No sabemos qué hacer», afirma.
Algunos dueños de restaurantes de la plaza, marcada por el arte barroco, ofrecen nuevos menúes para volverse interesantes para los locales. «Ofrecemos un Spritz por 3,50 euros (4,14 dólares) con una mini-hamburguesa por 6 euros (7,10 dólares)», afirma Filippo De Sanctis del tradicional local «Camillo» en declaraciones al diario «Corriere della Sera». En las redes, este restaurante familiar se promociona bajo el lema «Piazza Navona para los romanos».
La alcaldesa Virginia Raggi, del Movimiento Cinco Estrellas, señaló también que el turismo debe centrarse ahora más en que los romanos y los italianos «redescubran las maravillas de Roma» y añadió que la antigua Roma necesita una estrategia para un nuevo «turismo de calidad».
Por otra parte, las autoridades de la ciudad saben que las familias como los Kraushaar y los turistas internos no podrán poner fin a la crisis por sí solos. Para ello se necesitarán mucha más fantasía italiana y nuevas ideas.
Por Petra Kaminsky (dpa)