El small talk en la oficina no es para cualquiera. Pero son justamente esas pequeñas charlas no forzadas entre la puerta de la oficina y la cocina las que generan redes en las empresas. Los expertos coinciden: quien logra construir muchos contactos mediante el small talk hace carrera más fácil: recibe más ofertas de trabajo, es mejor visto y es considerado un buen comunicador con proyectos interesantes.
Por eso, los expertos en relaciones laborales recomiendan acercarse a los colegas siempre amablemente. Posicionarse en la oficina como alguien solitario no lleva a nada bueno. Incluso puede tener efectos negativos en la carrera.
Sin embargo, no todos nacieron para las conversaciones ligeras. Pero los tímidos deben animarse. Incluso presentarse ante los demás puede allanarle el camino a otros tímidos que quizá quieren acercarse pero tampoco saben cómo.
Y es que las pequeñas charlas triviales brindan una oportunidad de acercarse al otro. Aunque suene contradictorio, justamente por eso el small talk es como un regalo del cielo para los tímidos, ya que de esta forma se puede olfatear al otro -y abrirse a él- sin grandes riesgos.
Otro dato: no todos los participantes de la charla deben hablar constantemente. El small talk también requiere de gente buena para escuchar. Ahora, si sale un tema que a uno le interesa, debe tratar de participar.
Por otro lado, es la práctica la que hace al maestro. Por eso hay que animarse a tener una participación activa o incluso iniciar una conversación. Lo mejor es empezar con temas a los que cada uno pueda aportar algo. Las preguntas abiertas ayudan a mantener la conversación en marcha. Sólo hace falta un poco de ingenio: el fútbol, el clima o el embotellamiento de la mañana no son los únicos temas. Es mejor hablar de temas que sean realmente interesantes. Se le puede preguntar al otro, por ejemplo, cuáles son sus hobbies o sus pasiones. Estas charlas suelen ser placenteras porque el otro responde con entusiasmo y de paso, permiten conocerlo un poco más.
No sólo valen la pena las charlas con los colegas directos o el jefe. También puede ser útil una charlita con los jefes de otras secciones o con colegas del sector. Y atención al chico de la fotocopiadora: quienes tienen puestos que parecen insignificantes suelen ser los que tienen contacto con más gente en la empresa.
Lo importante es ser respetuoso y sincero, no mentir y sobre todo no volverse pesado. Cuando comienza el contacto, sirve no ser directo de entrada. Por ejemplo: no conviene preguntar a buenas y primeras por la familia del otro, ya que puede pasar que se haya acabado de separar.
Tampoco hay que mencionar temas políticos y religiosos. Y menos que menos hablar de sexo, drogas o la opinión personal sobre el jefe. Incluso en los temas más triviales, hay que estar atento además a no monologar y escuchar al otro y demostrar interés. Por otro lado, también hay que saber cuándo poner fin a una conversación: si bien el small talk es muy importante, nadie quiere regresar a su puesto de trabajo con el café frío. Un consejo: las tareas pendientes son siempre una buena excusa para poner fin a una conversación.
Por Verena Wolff (dpa)