(dpa) – Incluso en verano, la aplicación de meteorología predice lluvia durante días enteros, pero no es algo que a los irlandeses les moleste. El verano es cuando el calendario lo dice. En días de 16 grados y chaparrones, los hombres llevan pantalones cortos y las mujeres, sandalias. Sólo los perros suelen ser vistos con capa de lluvia. Y tan pronto como aclare, saldrá hasta el último habitante a la calle. Bienvenidos a Galway.
Unas 80.000 personas viven en la pequeña ciudad universitaria en el oeste de Irlanda. Está a unas dos horas en tren desde la capital Dublín y el próximo año será, junto a la croata Rijeka, la Capital Europea de la Cultura.
La vida se desarrolla en el agua: el río Corrib atraviesa la ciudad y desemboca en el Atlántico, en la costa. Huele a sal, pescado y lluvia.
Los paseos por la playa son obligatorios. Las coloridas casas junto al mar pertenecen al distrito de Claddagh, donde vivían los pescadores. Los restos de una muralla medieval hablan de un pasado lleno de acontecimientos: se dice que el Arco Español fue el último lugar donde el navegante Cristóbal Colón pisó tierra por última vez antes de descubrir América.
Muchos bares de música
Entre los techos de las casitas pintadas de colores en el centro de la ciudad revolotean pequeños banderines de todos los colores. Los pubs se alinean al lado de los bares de música y las tiendas de instrumentos. Una figura de bronce -el escritor irlandés Oscar Wilde (1854-1900)- está sentado en un banco.
Galway no es considerado un bastión de la música pop, pero sí de la música tradicional irlandesa. En cada esquina hay músicos callejeros y la ciudad no cuenta con un único pub de música reconocido, sino con muchos. Entre ellos se destaca el Crane Bar del barrio Westend, que abrió sus puertas en 1894.
Mick Crehan, que dirige el bar junto con su esposa, tiene una flauta entre los dedos y unas gafas plateadas en la nariz, que hoy están nuevamente de moda pero que el dueño del pub probablemente usa desde los años 70.
Jóvenes músicos tocan música antigua
«Hoy los jóvenes tocan más música tradicional irlandesa que nunca antes», afirma Crehan, que desde 2001 organiza el festival de verano «The Galway Sessions» y fundó una escuela para música tradicional. Pero, ¿qué hace que esta música sea especial?
«Lo antiguo es una parte importante», dice. La historia de algunas canciones se remonta a siglos atrás, pero no todos los que las tocan lo saben. «Sólo lo tocan». El intercambio entre las generaciones también es importante. Crehan tiene 59 años y empezó a tocar de niño. La música formaba parte de la vida cotidiana de la familia.
Crehan ha apoyado que Galway sea Capital Europa de la Cultura. «Estamos orgullosos de lo que hacemos y lo queremos mostrar», afirma. El lema de su festival del año próximo será también Europa y cómo la música irlandesa ha hechado raíces en todas partes.
El fútbol es muchas veces el tema de conversación en los pubs
Sobre la barra hay varias pintas, por encima cuelga publicidad de la cerveza negra Guiness, aunque en Irlanda pareciera que no hace falta la promoción. Las conversaciones giran en torno al fútbol. Quién tiene que enfrentarse con quién en la liga regional, o los cuartos de final de la Copa del Mundo, pero de 1990. Los irlandeses nunca llegaron más lejos.
En otros pubs, los carteles de «Reservado» sobre las mesas no llevan los nombres de quienes han reservado, sino de los equipos de fútbol a los que se apoya. No importa donde se vaya, la gente es alegre y amistosa y los camareros preguntan al menos una vez si a uno le va bien. En el centro de la ciudad cuelga un cartel que afirma que Galway es la ciudad más amistosa del mundo.
Del Fish and Chips a las estrellas Michelin
¿Qué se suele comer en esta ciudad tan sociable? Están los clásicos «fish and chips» (pescado frito con patatas), pero la ciudad es mucho más que este plato de comida rápida. Algunos restaurantes han recibido estrellas Michelin, el máximo galardón culinario mundial, explica Orla Egreder durante un «food tour», un recorrido turístico gourmet.
A lo largo de seis estaciones sirven bocadillos grandes en lugar de pequeños: desde donuts hasta salami de cordero secado al aire, chocolate negro, sushi, té negro y pasteles. Las historias contadas por Egreder son casi más interesantes que la comida.
En la pastelería Griffins luce sobre la barra una gigantesca hogaza de pan, porque el panadero Jimmy Griffin fue mordido en la mejilla por una anguila mientras se zambullía. Para superar el trauma, empezó a hornear estos panes, que tienen la forma y el tamaño de una anguila.
Galway es parte de Europa
Egreder piensa que Galway ha sido correctamente elegida como Capital Europea de la Cultura. La guía destaca que casi todo el mundo tiene una conexión con el arte, la música o la literatura, los numerosos festivales culturales que se celebran cada año desde Semana Santa hasta octubre hablan por sí mismos. La ciudad está abierta, no tiene miedo al contacto. «La gente está acostumbrada a muchos visitantes».
¿Y no es una señal para Europa que haya sido elegida Capital de la Cultura en tiempos de Brexit? Egreder dice que ha conocido gente que piensa que Irlanda también abandonará la Unión Europea, al igual que el Reino Unido. Sin embargo, asegura, Galway 2020 significa: «Somos y seguiremos siendo parte de Europa».
Por Alexandra Stahl (dpa