(dpa) – El buen vino es exigente: le gustan los lugares frescos y oscuros, con una humedad media del 70 por ciento y sin cambios bruscos de temperatura ni la presencia de olores fuertes. En casa solo hay un lugar donde se pueden conseguir estas características, y se llama dormitorio.
Para almacenar unas botellas de vino en el hogar «la mayor dificultad es la temperatura», explica Peer Holm, de la Unión de Sumilleres de Colonia. Si se almacena a temperaturas variables, envejece mucho más rápido, pierde calidad y los aromas se descomponen.
Las casas antiguas son las únicas que disponen de bodegas frescas y relativamente húmedas, condiciones adecuadas para guardar vinos. Temperaturas de 12 a 14 grados y una humedad del aire elevada ayudan a que durante un almacenamiento prolongado el corcho no se encoja. Si lo hiciera, entraría aire en la botella y la calidad del vino se vería afectada.
Las casas más modernas ofrecen dos alternativas: una es recurrir a la ayuda de la electricidad para obtener las condiciones óptimas, la otra es buscar el mal menor. Éste último no es otro que «una habitación oscura en la que no se almacenen cosas que produzcan olores intensos», según Holm.
El lugar debe tener fluctuaciones de temperatura moderadas y debe preservarse el vino de las radiaciones solares, que provocan que los aromas se desvanezcan rápidamente. Los aromas más finos se pierden en primer lugar, luego el sabor se deteriora.
El vino nunca debe guardarse junto a algo que tenga un olor fuerte. «El almacenamiento en una sala de calderas con calefacción de gasóleo, por ejemplo, no es nada recomendable», dice Holm. «Así es como se echa a perder el vino», advierte. Estas sustancias olorosas entran en la bebida a través del corcho. En una semana, el cambio es tal que incluso alguien sin un gran paladar se quedaría horrorizado.
Lo mismo se aplica al cuarto de lavado. No solo el olor afecta al vino, sino también los frecuentes cambios de temperatura y la rotación del tambor de la lavadora. «El almacenamiento sin vibraciones es importante para el vino», explica el sumiller. Se realizaron pruebas en un crucero y el resultado fue claro, porque el sabor había cambiado a peor, dice.
Quien no tenga una bodega en casa debe guardar su vino en la habitación más fresca. La sala de estar es inadecuada en la mayoría de los casos.
«Dado que el dormitorio rara vez se calienta, es la mejor habitación para guardar el vino», explica Ernst Büscher, del Instituto Alemán del Vino. Debajo de la cama a menudo hay espacio de almacenamiento no utilizado.
También «se puede comprar un refrigerador, que es una solución elegante», sugiere Büscher como alternativa. Hay diversos modelos, incluso empotrables. El coste depende del usuario.
Los refrigeradores de vino garantizan una buena circulación de aire y la luz justa. La temperatura se puede ajustar con precisión y mantenerla constante, tienen filtros especiales para que los olores no cambien el sabor, la humedad del aire se puede regular al nivel deseado y las puertas tienen un aislamiento especial para reducir las vibraciones.
Si un amante del vino no dispone en casa de las condiciones adecuadas, lo mejor es comprarlo justo antes de disfrutarlo. «La mayoría de los vinos que se pueden comprar en las tiendas están destinados al consumo inmediato», y no mejoran con el almacenamiento, explica Büscher.
Por Sabine Maurer (dpa)