(dpa) – Un comerciante señala sus estantes con especias en el famoso mercado de Sanyuali, en Pekín. «Todo se volvió más caro», afirma. Las materias primas, el transporte, los contenedores. Y por si fuera poco, las cadenas de suministro se vieron afectadas por la pandemia.

Hace dos años que los costos del sector aumentan en China, el principal proveedor de especias de países como Alemania. Un ejemplo: los costos de transporte de contenedores de China a Europa se quintuplicaron entre mediados de 2021 y mediados de 2022 en comparación con los costos previos a la pandemia. En noviembre seguían saliendo más del doble.
Esta presión sobre los costos se percibe en los supermercados de los países importadores, como Alemania. Debido al aumento del costo de vida, la clientela cuida más su dinero. Y la tendencia de cocinar en casa, que tuvo su apogeo en pandemia, va perdiendo fuerza. El sector está en estado de alarma.
«Actualmente hay una crisis económica general como no la hubo antes», dice la asociación que representa a la industria de las especias en Alemania. Por un lado, están la falta de fertilizantes y de especias en bruto, así como el debilitamiento de la demanda. Por el otro, los comerciantes tienen que lidiar con los costos desorbitados de la energía, el transporte y el envasado. «Cada uno de estos aspectos está sacudiendo la cadena de producción económica», continúa.
La alemana Laura Brandt tiene una percepción directa de cuánto está dispuesta a pagar la clientela por las especias. En su start-up Yummy Organics, donde vende especias producto del comercio justo, los clientes pagan tan solo lo que creen adecuado, pero partiendo de un valor mínimo de un euro (1,09 dólares).
Cada centavo que supera los costos internos es destinado a los países de cultivo. «Últimamente, sin embargo, la demanda sufrió un retroceso importante», dice su fundadora.
«Nos duele especialmente que haya caído la facturación de las empresas que eran clientes», señala. Entre ellas había tiendas que vendían a granel, a muchas de las cuales les fue mal. Por otro lado, explica que cada vez es más difícil conseguir especias en los países de origen. «Que provengan del comercio justo, sean orgánicas y de alta calidad es un combo difícil de encontrar», reconoce.
Esto corre también para Sri Lanka, de donde Brandt obtiene sus especias. Este Estado insular al sur de India ya sufría por los faltantes de fertilizantes antes de la guerra, después de que el Gobierno intentara en vano que toda la agricultura fuera orgánica sin establecer un plazo de transición muy largo para lograrlo.
Y cuando volvieron a llenarse los depósitos, la guerra y las sanciones afectaron las grandes importaciones de fertilizantes desde Bielorrusia, según explicó Sarada de Silva, jefe de la asociación de comerciantes de especias local «Spice Council».
A esto se añaden los costos de transporte: para un contenedor que antes de la guerra costaba 4.000 dólares, hay que pagar ahora 20.000 en fletes.
La mayoría de las especias y hierbas, como el chile y el pimentón, fueron importadas en 2021 a Alemania desde China por vía marítima. El segundo socio comercial más importante del país europeo es Madagascar, desde donde llegan a las cocinas alemanas vainas de vainilla y canela en rama. Les siguen Vietnam, Brasil, Indonesia e India.
En 2021 entraron a Alemania 154.000 toneladas de hierbas y especias por el valor de casi 600 millones de euros. Ningún otro país de la Unión Europea (UE) importó más.
El año pasado, los consumidores tuvieron que meter más la mano en el bolsillo para comprar estos coloridos polvos. Según los últimos datos sobre inflación, los alemanes pagaron en diciembre casi un diez por ciento más por sus especias que un año antes. Esto significa que el encarecimiento de estos productos fue casi tan alto como la inflación general, pero también más bajo que el de otros alimentos.
Lo cierto es que los mayores costos que se producen lejos se compensan tan solo parcialmente. Dado que las cadenas de valor de las especias suelen iniciarse en los países en desarrollo, son especialmente vulnerables a infracciones en materia de sostenibilidad, según advierte Julius Wenzig. El especialista se dedica a investigar las cadenas de suministro de especias en la Universidad de Witten/Herdecke, en Alemania.
«Al igual que sucede con el cacao, se trata de una materia prima crítica que hay que observar bien de cerca», afirma. Esto se aplica tanto a aspectos relacionados con los derechos humanos como con la protección del medio ambiente.
Para los alemanes no es tan fácil establecer si una especia fue producida de forma sostenible. Etiquetas como «comercio justo» y «orgánico» pueden brindar una guía aproximada. Sin embargo, Wenzig señala que las encuestas demostraron que son sobre todo los productos con ambas etiquetas los que son producidos de forma sostenible.
«Pero, al igual que en el sector orgánico, la demanda de este tipo de especias disminuyó en los últimos tiempos», añade. Afirma que esto reduce el incentivo de los productores para cultivar sus especias de forma sostenible.
Felix Gies, de la cadena de comercio justo alemana «El Puente», cree probable que al final sean los pequeños agricultores los que se lleven la peor parte. «En última instancia, la explosión de los costos probablemente repercutirá en el eslabón más débil», afirma Gies.
Añade que estos son sobre todo los pequeños agricultores que no están organizados en grandes cooperativas. Por eso cree que es tan importante que comerciantes y productores establezcan asociaciones justas y duraderas. «Eso permitiría superar bien las crisis a las dos partes», opina.
Por Jan Christoph Freybott, Anthony David, Anne-Sophie Galli y Andreas Landwehr (dpa)