(dpa) – El Parque Nacional Kalkalpen (de los Alpes Calcáreos), en Austria, es la región forestal más grande de Europa Central. Hay árboles que crecen allí desde tiempos inmemoriales, nunca han sido talados debido a que la zona es inaccesible para la maquinaria pesada.
De esta manera, la naturaleza sigue su propio camino y lo hace con relativa rapidez.
Esto es visible para los excursionistas al caminar por los senderos de las montañas en las sierras del Reichraminger Hintergebirge. En el año 2002, una fuerte inundación destrozó muchos caminos forestales y arrancó miles de árboles, que aún permanecen tumbados.
Incluso hoy en día, casi dos décadas después, el camino es solo parcialmente transitable porque los troncos lo bloquean. Y, entretanto, nuevos árboles han echado raíces y la vegetación crece por todas partes. Por esta razón hay cada vez hay menos espacio para caminar.
«En muy poco tiempo, la naturaleza ha recuperado esta región», señala Franz Sieghartsleitner, uno de los impulsores del único parque nacional de la Alta Austria.
Mucho más impresionantes son los imponentes bosques de hayas en los Alpes Calcáreos, que conservan restos de un antiguo bosque virgen. Ningún ser humano ha quitado un árbol allí desde hace siglos, por lo que también integra la lista de Patrimonio Natural de la Humanidad de la Unesco.
Sobre todo la fauna se siente a gusto en la soledad del parque nacional, explica Christian Fuxjäger. El experto, que es responsable de los animales de mayor tamaño y lleva el registro de las especies, detalla que en el parque hay seis linces, como así también águilas reales, urogallos y nutrias.
Fuxjäger ha instalado varias trampas fotográficas, donde los linces dejan constantemente sus huellas. Estos felinos carnívoros, de característicos mechones de pelo negro en la punta de sus grandes orejas, no llegaron al parque austríaco de forma natural, sino que fueron reubicados desde Suiza hasta la Alta Austria por el propio Fuxjäger.
«Reconozco a cada uno de nuestros linces por sus manchas en el pelaje», destaca. Estas manchas son únicas en cada ejemplar.
El cazador y guardabosques Michael Kirchweger cuenta de noches de insomnio, especialmente cuando los ciervos cortejan a las hembras con una portentosa voz grave y profunda. De esta manera los machos señalizan que son mucho más grandes y atractivos de lo que realmente son y alejan a posibles rivales.
En el caso de que los ciervos sean perezosos, los guardabosques los estimulan soplando a través de un gran tubo que imita el sonido del ciervo.
Pero el Parque de los Alpes Calcáreos es, sobre todo, una zona salvaje. La caliza y la dolomita son las rocas predominantes y bajo la tierra hay cuevas, lagos y pozos.
Aquí no solo se encuentra el haya más antigua de la región alpina, de presumiblemente 568 años, sino también el sistema de arroyos naturales más largo de los Alpes Calcáreos del Norte, con más de 800 manantiales. El parque alberga 17.000 especies de animales.
El parque nacional también cuenta con 30 tipos de bosque con diferentes especies de árboles. Además de los restos de bosques primitivos, también hay antiguos hayales, brezales de invierno y robledales.
Antiguamente, los herreros utilizaban la madera del bosque para forjar guadañas, hoces, clavos, cuchillos y armas. Los leñadores y los balseros transportaban la madera de los interminables rodales hasta las localidades de Reichraming y Steyr.
Los llamados «condes negros» eran los dueños de las herrerías, según resalta la guardabosques Iris Egelseer. Agrega que estos hombres eran ricos y gozaban de buena reputación entre la población, probablemente también porque ellos mismos trabajaban a diario en la fragua, sin temer ensuciarse durante el proceso.
El museo al aire libre de Schmiedleithen, cerca de la localidad de Leonstein, exhibe objetos de esta vida de siglos pasados. Hoy en día, el Parque Nacional Kalkalpen es principalmente un refugio para personas y animales. Pero además es un hábitat único en el que se permite a la naturaleza extenderse sin ser molestada, para volver a convertirse en un bosque prístino.
Por Verena Wolff (dpa)