ROTTERDAM (dpa) – Para los estadounidenses, Miami es la «magic city». Y lo que pueden ver los pasajeros del nuevo crucero «Norwegian Getaway» en el «Illusionarium» no es magia, sino sólo ilusión. Aun así, uno se siente un poco hechizado al salir de la sala después de casi dos horas. Entre los tres platos de la cena, unos magos muestran su destreza, hacen desaparecer a mujeres, leen pensamientos o hacen juegos malabares con pompas de jabón.
El «Illusionarium» es una de las novedades del nuevo barco de la naviera Norwegian Cruise Line. Mientras que Nueva York era el foco central del «Breakaway», botado el año pasado, en el «Getaway» todo gira en torno a Miami, como revela una primera mirada al barco. La típica pintura del casco del «Norwegian» es obra del artista David Le Batard, residente en Miami. La pintura representa a una sirena que sujeta el sol, rodeada de pelícanos y palmeras.
También en el interior del barco el tema central es Miami. El restaurante «Tropicana Room» refleja con su decoración todo el glamour de la vida nocturna de la metrópoli de Florida en los años 40 y 50: revestimientos de madera genuina, mucha plata y mucho color lila. Además, hay un «Sugarcane Mojito Bar», un «Flamingo Bar» y un «Sunset Bar», todos con cierto aire tropical, latinoamericano. Todo este ambiente armoniza con la ruta que cubrirá el «Getaway»: durante todo el año, el barco realizará desde Miami excursiones de siete días a la parte oriental del Caribe. Las estaciones son Sint Maarten, Sint Thomas y Nassau.
Sin embargo, el barco tiene que cruzar primero el Atlántico, de Southampton a Nueva York, donde el «Getaway» hará las veces de barco hotel, durante el Super Bowl, para una gran fábrica de cerveza antes de viajar a Miami para su botadura, programada para el 8 de febrero. Las madrinas del bautismo serán, como no podía ser de otra manera, las animadoras del equipo de fútbol americano Miami Dolphins.
Con una capacidad para 4.028 pasajeros, el «Getaway», construido en Alemania al igual que el «Breakaway», será el barco más grande que realizará viajes durante todo el año desde Miami. El crucero, actualmente fondeado en el puerto de Rotterdam, es un barco imponente: el pasajero que ocupe un camarote en la popa tendrá que caminar 324 metros para llegar a la proa. Con sus 18 cubiertas, el «Getaway» supera la altura de muchos edificios. Dentro del barco, sin embargo, uno apenas se da cuenta de esas enormes dimensiones.
Los espacios públicos y los camarotes están distribuidos de tal forma que el pasajero apenas se da cuenta de la presencia masiva de compañeros de viaje. El barco tiene muchas superficies libres y otros puntos que ofrecen vistas al mar. «Muchos barcos de este tamaño están orientados hacia el interior, pero nosotros queríamos llevar a los pasajeros al mar», explica Kevin Buholz, del departamento de marketing de la Norwegian Cruise Line.
Y desde luego que un barco de este tamaño tiene grandes ventajas. Por ejemplo, hay 27 restaurantes que ofrecen comidas tan diferentes como sushi, platos típicos de la cocina francesa o carne asada al estilo argentino. Los huéspedes pueden visitar cerca de la mitad de esos restaurantes sin tener que pagar un sobreprecio. Además, hay 22 bares. Al igual que en el «Breakaway», en la cubierta superior hay un circuito de cuerdas altas, una pared para escalar, dos toboganes de caída libre, un minigolf y mucho más. Y, por supuesto, el casino, indispensable en un barco estadounidense.
También el «Getaway» confirma una tendencia que típica de muchos cruceros: la zona exclusiva para pasajeros adinerados. En el «Getaway», esta área se llama «Haven» y sólo es accesible para los pasajeros de 82 camarotes. Ellos tienen su propia piscina, que a diferencia del «Breakaway» no está techada, un restaurante sólo para ellos, un bar propio y servicio personal de mayordomo. Todo ese espacio tiene un aspecto muy elegante y está decorado con materiales preciosos.
Una atracción totalmente nueva en el «Getaway» es el salón «Grammy Experience», donde se exponen de forma alternante objetos del Grammy Museum en Los Angeles. Por ejemplo, en los primeros viajes del barco se podrán ver los trajes de los Jackson Five o un vestido de Rihanna. La estrella de la noche es el flautista de jazz Néstor Torres. Si el pasajero prefiere un show más grande, puede acudir al teatro para ver el musical «Legally Blond» o la producción de Broadway «Burn the floor».
Al igual que en muchos barcos estadounidenses, en el «Getaway» el buen entretenimiento está incluido en el precio. Las actividades de relajación, sin embargo, se tienen que pagar aparte. La sauna cuesta 39 dólares al día (29 euros). El visitante puede estar seguro de que la sauna no está abarrotada de gente, porque en el área de spa, que incluye, entre otros, un baño de sal, no se permite que entren al mismo tiempo más de 120 personas. El objetivo es la relajación, sin magia.
Por Michael Zehender