La peculiar orografía del Principado de Asturias, así como lo característico de su clima, hace que mantener en perfecto estado el sistema de frenado de nuestro vehículo no sea un asunto menor.Tanto las pastillas de freno, que se cambian con relativa frecuencia, como los discos de freno, han de tener una vigilancia más continua en nuestra región. La continua humedad hace que las pastillas no rindan de la misma manera que en climas más secos.
Igualmente, la humedad permanente en el asfalto hace que la distancia de frenado sea mucho mayor. Una combinación que se vuelve además muy peligrosa en el caso de que el estado de los neumáticos no sea el más adecuado. Cuando se ha desgastado el dibujo, la goma no es capaz de evacuar toda el agua del asfalto, por lo que el riesgo de aquaplanning se multiplica.
Las señales de unos frenos en mal estado
El sistema de frenado de un vehículo está sometido a un enorme desgaste. Tanto las pastillas como los discos y tambores se someten a presiones muy altas para conseguir detener al vehículo. Una conducción agresiva o de tipo deportivo castiga bastante más los frenos que quien hace un uso razonable del pedal, combinándolo además con el freno motor. Los factores ambientales como la lluvia o el exceso de humedad provoca que los discos de freno lleguen a generar una capa de óxido por encima. No es cuestión de alarmarse, es algo totalmente normal. Sin embargo, puede llegar a afectar a la eficacia de frenado. Limpiar unos discos que están oxidados es sencillo. Bastará con comenzar a circular normalmente, pisando el pedal de freno con suavidad. Serán las propias pastillas las que se vayan encargando de eliminar esa capa superficial de óxido. Tampoco te asustes si escuchas un ruido muy típico, a medida que la capa de óxido vaya desapareciendo, el sonido también lo hará.
Debemos permanecer atentos a cómo responde el pedal de freno. Si notamos que hay que ejercer una presión excesiva para conseguir la frenada, o, por el contrario, se encuentra demasiado blando, es inevitable la visita al taller. Siempre es mejor prevenir que quedarse sin frenos, algo que adquiere una mayor relevancia en una comunidad como la nuestra, con carreteras complicadas y un clima bastante húmedo y lluvioso.
La sustitución de las pastillas y los discos de freno es algo que es conveniente hacer siempre que el coche lo pida. Aunque para las pastillas de freno el cambio está recomendado a los 60.000 km en el par delantero y a los 120.000 en el trasero, esto dependerá también del tipo de conducción. Con los discos de freno ocurre algo similar, aunque no es necesario reemplazarlos a la vez que las pastillas. El eje delantero se puede cambiar a los 120.000 km y el trasero a los 240.000.
No se trata de una reparación excesivamente costosa, teniendo en cuenta que no es algo que haya que realizar anualmente con el cambio de aceite. El precio dependerá de la calidad de estos componentes, pero nunca es conveniente tratar de buscar la opción siempre más económica, sino la que nos resulte efectiva. Máxime, sabiendo que no puede ir la vida en ello.
Para climas húmedos existen pastillas de freno específicas, que no sean excesivamente duras. Una pastilla que tenga esta consideración no funciona bien en este tipo de clima ni en los fríos, por lo que siempre es conveniente dejarse asesorar por nuestro mecánico de confianza. También depende del uso que vayamos haciendo de ellos. Las pastillas, al entrar en contacto con el disco, logran detenerlo por fricción. Sabemos que siempre va a generar calor y que los componentes de las pastillas se van a ir desgastando con el tiempo.
El uso de los frenos debe realizarse siempre con suavidad, a no ser que nos encontremos ante una situación de emergencia en la que haya que requerirle el máximo. Una conducción suave, saliendo anticipar la frenada y combinada adecuadamente con el freno motor, ayuda a conservar por más tiempo todo el sistema de frenado. Esto es además un punto muy favorable para climas húmedos como el de Asturias. De igual manera, en la conducción de montaña hay que ser muy cauteloso con el uso del freno. A la hora de bajar un puerto podemos calentarlos más de la cuenta y provocar que nos respondan cuando los necesitemos.
Una tarea de mantenimiento que podemos hacer nosotros mismos es comprobar el nivel de líquido de frenos, que se encuentra en un depósito fácilmente accesible en la zona del motor. Este fluido se encarga de mandar presión al sistema, para que las pinzas puedan frenar. Comprobaremos que el nivel siempre se encuentre dentro de los límites recomendados.
Por lo demás, y conscientes de la peculiaridad del clima de nuestra comunidad, mantener en buen estado los frenos ayudará a disfrutar más de la conducción y que esta sea segura.