PARAMARIBO (dpa) – La visibilidad en el río Surinam es de solo unos pocos centímetros. El agua lodosa golpea rítmicamente el casco del barco pesquero de madera. También el cielo tiene un aspecto triste. Y es que en la selva húmeda siempre está nublado. Malas condiciones para sacar fotos extraordinarias. Sin embargo, de repente salen disparados del agua salobre juguetones delfines Guyana con vientres de color rosa.
Desde el año 2005, activistas del Green Heritage Fund Suriname (GHFS) de la capital Paramaribo se desplazan todos los domingos por la mañana por el río para registrar la población de delfines Guyana, en peligro de extinción. Los activistas son guiados por pescadores y a veces están acompañados por turistas.
Monique Pool está presente cada domingo. La mujer, de pelo negro rizado, es la fundadora de GHFS. La protección de los delfines en la desembocadura del río se ha convertido en un proyecto ejemplar del turismo sostenible. Atualmente se ofrecen varias excursiones a la semana a los pocos turistas que visitan este país.
Surinam es una de las últimas manchas blancas en el mapa turístico. Por su pasado colonial, el país independiente más pequeño de América del Sur es más multicultural que ningún otro. Los antepasados de la población actual de Surinam eran originarios de África Occidental, la India, Java, China, Europa y el Líbano. Esto también explica la gran variedad de la cocina surinamesa.
Al corazón de la selva húmeda solo se puede llegar por vía aérea. Ronald Nowee y su mujer Els suben en el aeropuerto regional Zorg en Hoop a una pequeña avioneta. Para la pareja holandesa, esta es su segunda visita a Surinam.
Muchos holandeses viajan por la antigua colonia, dice el guía turístico Espanyo después del aterrizaje en la aldea de Palumeu. Espanyo es nieto del anciano de mayor edad del pueblo. Se crió en la región amazónica de Surinam y desde los 16 años trabaja como guía turístico.
De entre los árboles salen indígenas de las tribus trio, wayana y akurio para descargar el avión. Para los turistas solo se construyeron cinco cabañas de madera, cada una de dos habitaciones, para un total de 20 personas. En la aldea viven en total 300 indígenas.
Sin hacer una pausa, los guías llevan a los viajeros a una canoa motorizada. La siguiente parada es la Isla de los Papagayos. Sin embargo, los turistas, que ya han sacado sus cámaras, se llevan una gran decepción cuando desembarcan en la isla. No hay papagayos.
Los guías preparan un picnic en medio de la selva húmeda: ensalada verde con anjumara asada, el pez depredador más grande de América del Sur. En el río Tapanahony, estos peces tienen un peso de hasta 40 kilos.
El río invita a un baño refrescante. «Nadar en el río no es peligroso», dice Espanyo. El guía saca una cuerda con un gancho en el que sujeta plantas acuáticas y después tira al agua la improvisada caña de pescar. La recoge y la vuelve a lanzar al agua, una y otra vez, hasta que pesca una piraña, para sorpresa de los turistas, que salen a toda prisa del agua. ¿A quién le gustaría nadar con pirañas?
Señalando los afilados dientes, Espanyo explica que ésta es una piraña vegetariana. Debe ser una maldita broma. Pues no. Esta piraña pertenece a la subespecie Tometes camanani, que se alimenta exclusivamente de plantas.
En la aldea, casi nadie se alimenta exclusivamente de vegetales. Por la tarde, la piraña termina en una cazuela. Lo mismo pasa aquí con muchos animales. Los habitantes de Palumeu son cazadores. Desde que comenzó a caminar, Espanyo acompañaba a los hombres durante la caza, aprendió a seguir pistas, a tirar con arco y a cazar con el fusil. «He matado ya a cinco jaguares», cuenta durante la cena.
En Palumeu no se ven animales. Por miedo, se retiraron a las profundidades de la selva. No así en Kabalebo. «Allí vimos cientos de animales salvajes», dice Ronald Nowee. El Kabalebo Nature resort se creó exclusivamente para los turistas en medio de la selva húmeda. Allí está prohibido cazar a los animales.
Muchos turistas acuden a la organización de Monique Pool cuando no quieren abandonar Surinam sin haber visto un oso hormiguero o un perezoso. La tala de la selva húmeda amenaza la existencia de los perezosos. Mientras que otros animales huyen cuando hay peligro, el perezoso es demasiado lento para ponerse a salvo entre excavadoras y motosierras. Cuando cae un árbol, también el perezoso cae al suelo. Se rompe los huesos o muere.
Un equipo para el salvamento de perezosos trabaja todos los días. Recoge a los animales, los lleva al centro de rescate para cuidarlos y alimentarlos antes de devolverlos a la selva. Cuando uno pregunta a Monique Pool cuál es su mayor sueño, contesta que le gustaría ser millonaria. Con el dinero compraría la última selva húmeda que queda en Surinam para convertirla en una reserva natural protegida.
Información básica: Surinam
Cómo llegar: En avión al aeropuerto internacional Johan Adolf Pengel de Paramaribo.
Documentos: Los pasajeros que llegan a Paramaribo tienen que comprar en el aeropuerto una tarjeta turística, que cuesta 30 euros (35 dólares). Quien entre al país por tierra tiene que adquirir la tarjeta previamente. Es necesario presentar un certificado de vacunación contra la fiebra amarilla.
Salud: Además de las vacunas estándar, se recomienda vacunarse contra la hepatitis A y, cuando la estancia en el país es más prolongada, también contra la hepatitis B, la rabia y el tifus. Durante todo el año existe un elevado riesgo de infección por malaria.
Por Steven Hille (dpa)