
(dpa) – Pelarlas y comer los gajitos. Así es como conocemos casi todos las mandarinas, pero es poco ocurrente comparado con las aplicaciones que les damos a otros cítricos como las naranjas, los limones y las limas. «La mandarina suele ser muy subestimada», comenta el chef austríaco Sascha Kemmerer, fanático del aroma de esta fruta por ser ácida sin ser muy penetrante. Pues bien, el chef nos da algunas ideas distintas para tu cocina:
La mandarina puede ser la combinación perfecta para un pescado. Kemmerer prepara una salsa a base del zumo de mandarinas y cáscara rallada. Pone la mezcla al fuego y en los últimos minutos de cocción le añade estragón picado y un poquito de maicena para darle consistencia. Una pizca de aceite de oliva y lista la vinagreta para acompañar, por ejemplo, un salmón al horno con hinojo.
Annete Sandner también recomienda preparar el bacalao con mandarina, «pero vale la pena añadirle algo de lima porque la mandarina no suele ser lo suficientemente ácida», sugiere. La marinada perfecta va condimentada con ají picante y cilantro, y el plato se sirve con tajadas al estilo filet de mandarina y castañas tostadas. «Las castañas con mandarinas son una combinación increíble», dice la bloguera.
El chef Mario Leidenfrost nos lleva de la mano y convencido hacia las gambas. Él suele servirlas con mandarinas bien condimentadas. ¿Cómo las prepara? Coloca al fuego el zumo de las mandarinas, les añade (cuando las frutas son bastante ácidas) un poco de azúcar, vino blanco o Grand Marnier y las termina de aliñar con mezclas orientales como la harissa o el dukkah. Corta filetitos de mandarina y los coloca en esa salsa. ¡Exquisito!
Otra variante es la mandarina como ingrediente en las ensaladas invernales, así de paso contienen vitamina C. Puede ir muy bien con hongos, nueces, achicoria y junto con un aderezo en base a yogur, que no lleva otra cosa que el zumo de la mandarina, aceite de oliva, vinagre balsámico, sal y pimienta.
Por Alexandra Bülow (dpa)