Hoy daremos un paseo por Paris, de la mano de los amigos de Grupo Alpha, hablaremos de una parte de la ciudad quizás no tan conocida por nuestros lectores, espero que os guste.
-¿Qué se esconde bajo las calles de Paris??
París, como otras muchas ciudades de todo el globo, esconde bajo su asfalto otra “ciudad”, a veinte metros de profundidad, se esconde una laberíntica red de túneles de más de trescientos kilómetros cuyos orígenes datan ni más ni menos que de época romana. Con el transcurrir de los siglos, estos pasadizos se fueron convirtiendo en una suerte de inmenso osario, donde se calcula que reposan actualmente los restos de más de seis millones de personas lo que la convierten en la necrópolis más grande del mundo.
-¿Por qué todos esos subterraneos?
Su intención original, allá por el siglo I d.c, no fue otra que la de crear canteras para la extracción de piedra caliza, que era un material muy valorado por los arquitectos romanos. La ciudad de Lutecia (actual París) crecía y era necesario abastecerla de piedra para la construcción de todas sus infraestructuras. A partir del siglo XIII, las canteras abiertas en las laderas del Bièvre se hicieron subterráneas para extraer la enorme cantidad de piedra necesaria para la construcción de la catedral de Notre-Dame, del Louvre, de las murallas de la ciudad y muchas otras edificaciones. Estas canteras dejaron los “túneles” que comenzaron a ser empleados como osario ya en el siglo XVIII, formando así lo que hoy se conocen como las Catacumbas de París.
-¿Qué problema ocurrió en el siglo XVIII con los cadáveres y los cementerios?
A mediados del siglo XVIII cuando en París comenzaron a escasear los espacios para enterrar a sus muertos debido al crecimiento exponencial de la ciudad. Llegaron a emplearse fosas comunes e incluso enterramientos en vertical, pero aquello no parecía ser la solución. Los ciudadanos se quejan, los incidentes y las infecciones se multiplican pero los cementerios continúan llenándose de manera incesante. Se cuenta, que finalmente el suelo de París no pudo recibir yamás cuerpos y que en algunos de los más de 200 cementerios locales que albergaba la ciudad, incluso se podían ver los cuerpos apenas escarbando en la tierra… Ante el preocupante cariz que va tomando la situación, sobre todo en lo que a la sanidad pública se refiere, en el año 1785 se decide comenzar a emplear las antiguas minas de piedra caliza como osario común para todos los cementerios de París. Hasta tres millones de cuerpos fueron trasladados allí en aquellos primeros años.
-¿Qué relato nos podéis contar sobre 1961 dentro de los túneles??
Son muchas las historias que se cuentan sobre aquellos túneles, cualquier visitante puede asombrarse con muchas de ellas. Para nosotros una de las más “terroríficas” es la que narra cómo en ese año que mencionas, un grupo de amigos entraron a las catacumbas como si de una aventura se tratase. Todos en fila, cada uno portaba una antorcha, cuando, en cierto momento, sin previo aviso, un susurro de viento les deja completamente a oscuras. Aterrorizados, todos recordaron que una leyenda Parisina decía que en la oscuridad los túneles cambiaban solos de posición, y ante ese recuerdo, se creyeron perdidos para siempre.
Sólo Henry, uno de ellos, mantuvo la calma. Y en esto, su antorcha se encendió. Henry tomó la mano de quien a su espalda estaba, y éste al de detrás y así sucesivamente, reemprendieron la marcha. Al fin, Henry vio la luz de la salida al fondo, y medio en penumbras, ya aclarados por la pequeña luz que entraba por aquella boca de salida, se volvió. Su rostro se contrajo cuando se dio cuenta que cogido de su mano sólo una tenue sombra lo miraba, pero de sus amigos no había ni rastro. Henry salió como pudo de aquellos túneles, pero de sus cinco amigos jamás volvió a saberse.
-¿Quienes son los cataphiles?
Otra de las cosas que se cuentan, es que en París, entre los apasionados de lo oculto, es una afición adentrarse en estas catacumbas. Tanto es así que a los que practican este curioso «hobbie», se les conoce como los “cataphiles“.
Ellos recorren kilómetros de túneles siempre en busca de nuevos rincones inexplorados, algunos incluso creen ser los «protectores» de ese lugar y lo cierto es que al parecer, dado el mal estado de alguna de las zonas en donde se internan, no todos logran regresar y son ya varios los rescates que la policía ha tenido que efectuar…
-Moviéndonos en el espacio, ¿existe algún lugar parecido en España?
En España tenemos varios de estos lugares, aunque ninguno del mismo tamaño claro. Quizá uno de los más espectaculares (con más de 3000 cráneos) sea el ubicado en la hermosa villa de Wamba (muy cerca de Valladolid) y del que nuestro buen amigo Jesús Callejo nos contó hace tiempo auténticas maravillas. En este osario hay una inscripción que dice: »Como te ves, yo me vi, como me ves, te verás. Todo acaba en esto aquí. Piénsalo y no pecarás.» Merece sin duda una visita y os animamos a todos a que lo descubráis.
-También quiero contarle a los lectores que en Portugal en el pueblo de Évora existe “La capela dos Ossos” (Capilla de los huesos) construida en el siglo XVI por un monje franciscano que quería transmitir el siguiente mensaje:
“Nosotros, los huesos que aquí estamos por los vuestros esperamos”
Muchas gracias a Daniel Revuelta del Grupo Alpha por su colaboración
Xanina