(dpa) . ¿Coches de carrera de Le Mans en las calles de la ciudad? ¿Biplazas descapotables fuera de serie? Cuando los diseñadores de Porsche abrieron hace poco su depósito de pruebas y sacaron a la luz algunos modelos a escala y prototipos secretos de los últimos años, el entusiasmo fue grande.
Pero la sorpresa se mantuvo en límites, porque que un fabricante de coches deportivos experimente con diferentes conceptos de coches deportivos no asombra a nadie. Hasta que el jefe de diseñadores, Michael Mauer, sacó de la galera una verdadera sorpresa, roja y demasiado alta para un Porsche: la primera furgoneta polivalente del fabricante llamada «Renndienst».
Pero Porsche no está sola con esta transgresión. Solo pocos días después de mostrar esa maqueta que recuerda a la histórica combi de Volkswagen, también Mini presentó el diseño de un coche que a primera vista no pega nada con la marca: el prototipo llamado Vision Urbanaut. Esa especie de pequeña casa sobre ruedas apunta a generar comodidad en la ciudad también cuando no se puede circular, explicó el jefe de la marca, Bernd Körber.
Los dos prototipos demuestran no solo que la industria automotriz está buscando desesperadamente una alternativa o al menos un complemento para el SUV. Se están probando nuevos caminos o al menos caminos diferentes para ofrecer a los clientes más espacio y variación, comenta el profesor de diseño Lutz Fügener, de la Escuela Superior de Pforzheim, en Alemania.
Estos diseños son importantes sobre todo como válvulas para la creatividad en la empresa. «Demasiadas veces los diseñadores y desarrolladores fracasan en las empresas ante los límites autoimpuestos del marketing como la vaca frente una tranquera nueva», lamenta Fügener y atribuye a estas ideas supuestamente desacertadas la fuerza de romper con esas barreras alguna vez.
De hecho, eso ocurrió una y otra vez en las últimas décadas: así, por ejemplo, nadie hubiera creído que Volkswagen iba a poder hacer un coche deportivo al nivel de Ferrari, hasta que los de Baja Sajonia a fines de los 90 de repente mostraron sus prototipos de W12 en las ferias de automóviles. Tampoco se lo veía capaz de desarrollar una limusina de clase superior, que se anunció en 1999 como Concept D y se fabricó a partir de 2002 como Phaeton.
No menos sorprendente fue sacar un coche urbano minimalista para la entonces marca de lujo Mercedes, abonada exclusivamente a las grandes dimensiones. En 1994 el Micro Compact Car fue un adelanto del Smart. Y así como nadie hubiera pensado que Renault en los años 2000 en épocas del VelSatis estaba preparada para la clase superior, nadie se podía imaginar que de Peugeot saldrían todoterrenos hardcore como el Hoggar o de Audi un coche urbano con estructura similar a un monoplaza como el Urban Concept.
¿Fue todo una pérdida de tiempo y dinero y se trató de trucos baratos para lograr un poco más de atención? De ninguna manera, observa el profesor Fügener: «Ningún diseño que parece salirse de lo usual puede ser un error, todo lo contrario». ¿Acaso un Cybertruck no es un verdadero Tesla, porque ignora todas las reglas de familiaridad de marca? ¿Acaso no representa -a pesar de toda discusión pertinente- el espíritu de la marca y a su fundador mucho más que las conocidas limusinas? ¿Es pensable un Audi sin la icónica parrila Singleframe o un BMW sin los históricos riñones? Claro que sí.
«Estos modelos son valientes. Rompen con estereotipos, tanto en el cliente como en el fabricante e ignoran la hoy tan extendida lógica de la supuesta seguridad de que con suficiente investigación de mercado se construirán los modelos correctos», dice el experto.
Añade que es grandioso cuando los fabricantes se atreven a abandonar un terreno supuestamente seguro y se animan a un salto al futuro. «De otra manera nunca hubiera habido un DS de Citroën. Y, por cierto, ningún iPhone».
Aun cuando estos autos no se fabriquen en serie, tienen una influencia importante en proyectos actuales, apunta el jefe de diseño de Porsche, Mauer: en general, porque ayudan a investigar nuevas posibilidades, a poner en duda esquemas mentales y convenciones y a inventar la rueda una y otra vez. Y a menor escala porque una y otra vez ofrecen inspiración para los detalles de diseño.
El jefe de diseño de Mini, Oliver Heimer, secunda a su colega: el Urbanaut de la marca no sólo señalará el camino hacia un nuevo segmento, sino que preparará a la clientela de Mini por dentro y por fuera para un nuevo lenguaje de diseño, que se podrá ver ya en dos o tres años.
Aun cuando algunas visiones sorprendentes como el VelSatis de Renault, el D1 de Volkswagen o del Micro Compact Car de Mercedes lograron con mayor o menor éxito el salto a la fabricación en serie, lógicamente nadie cuenta con que Porsche o Mini realmente presenten en poco tiempo una van.
Pero por más descabellados que sean los diseños, no solo son importantes para la creatividad de los diseñadores y la movilidad intelectual de los ejecutivos, sino muchas veces también para el desarrollo comercial.
Cuando Porsche habló hace más de 20 años por primera vez de un todoterreno, la irritación fue similarmente alta a la que generó la furgoneta Renndienst. Pero ahora ya existen tres generaciones de Cayenne así como su hermano menor Macan. Y hace tiempo que Porsche fabrica más SUVs que deportivos.
Por eso, quizá no habría que olvidar enseguida los prototipos de vans o devolverlos al depósito de pruebas. No hay declaraciones de Porsche sobre su futuro, pero el jefe de Mini, Körber, ya dijo que la Urbanaut es más que sólo una idea: «Seguramente no será hoy ni mañana, pero en unos años esta visión podría hacerse realidad».
Por Thomas Geiger (dpa)