(dpa) – Algunas plantas de interior no sobreviven mucho tiempo en un hogar, aunque sus moradores tengan las mejores intenciones con ellas. A menudo el diagnóstico es muerte por ahogamiento.
En algunos casos, las personas tienden a regar sus plantas con demasiada frecuencia y en otros también es culpa de la maceta, que no tiene un orificio de drenaje o está obstruido por un exceso de agua.
Si el agua de riego se acumula en la tierra desplaza el aire del suelo, explica la Asociación de la Industria Agrícola Alemana (IVA). Esto priva a las raíces del oxígeno vital y, en el peor de los casos, las asfixia. Las partes aéreas de la planta no reciben ni agua ni nutrientes disueltos.
Al mismo tiempo, el suelo húmedo puede enmohecerse. Cuando la planta sobrevive al encharcamiento, debe trasplantarse si se comprueba que la tierra está demasiado húmeda y ya no puede secarse.
La prevención es fácil: las macetas deben tener agujeros en el fondo para que el exceso de agua pueda escurrir. O bien, poco después de regar, elimine el agua que se haya acumulado en la maceta. Esta es la mejor solución para las plantas de interior.
La asociación también aconseja colocar una capa de drenaje de fragmentos de arcilla o turba en el fondo de la maceta.
Además, la planta solo se debe regar cuando tiene sed: basta con meter el dedo unos dos centímetros en la tierra de la maceta. Si la tierra ya está seca, se puede regar la planta.