(dpa) – Cientos de miles de estorninos se reúnen en la frontera entre Alemania y Dinamarca en sus viajes migratorios y hacen que autobuses y coches particulares queden abandonados mientras sus ocupantes esperan el momento en el que el cielo se oscurece junto al mar del Norte.
Falta media hora para la puesta del sol cuando dos autobuses y una docena de coches aparcan a lo largo de la carretera que une Rosenkranz, en la Frisia alemana, y Ruttebüll, ya en Dinamarca.
Personas con prismáticos y grandes cámaras fotográficas se colocan en la orilla cubierta de juncos del lago de Rüttebull. Al otro lado de la carretera, el sol desaparece lentamente detrás de un campo.
Los visitantes esperan un espectáculo llamado «Sort Sol», que en danés significa «sol negro». Es un fenómeno natural que se produce en la región todos los años a principios de la primavera y a finales del verano y en otoño (boreales).
Cientos de miles de estorninos se reúnen aquí en su viaje entre las zonas de reproducción en el norte y las cálidas zonas meridionales, hasta que de repente emprenden el vuelo y enormes bandadas tapan el sol hasta hacerlo desaparecer de la vista.
Hans Peter Wendicke vive desde hace décadas en el lado danés del lago de Ruttebüll y todavía se entusiasma cuando habla del «sol negro». «Es un fenómeno fantástico», dice este hombre de 86 años que conduce a grupos de visitantes hasta los lugares donde los estorninos «bailan».
A veces los ornitólogos aficionados deben tomar un camino casi intransitable. Esta noche de finales de marzo tienen suerte: las aves eligieron un lugar fácilmente visible en el lago de Ruttebüll para descansar.
Las primeras bandadas que sobrevuelan el lago no son numerosas. El canto de los pájaros en los juncos va creciendo y llega el momento en que masas de pájaros se elevan en el aire, formando formaciones fantásticas.
Las aves vuelan tan juntas que así se protegen contra los depredadores. A veces los estorninos también parecen aniquilar a algunas aves rapaces. Dejan que el atacante vuele hacia una abertura en su formación, la encierran y la rocían con excrementos hasta que cae al suelo, narra Wendicke.
Por Birgitta von Gyldenfeldt (dpa)