(dpa) – Parecen salidos de una película de ciencia ficción, pero los prototipos de coches son cada vez más habituales, y es que los llamados «concept car» son los espectaculares protagonistas de cada salón del automóvil, a la vez que dan un salto al futuro de la movilidad y nos hacen preguntarnos para qué sirven.
Sobre la utilidad de los prototipos se plantean respuestas sobre si solo son trucos publicitarios o ejercicios para los diseñadores.
«Los coches tienen un tiempo de desarrollo de entre tres y cuatro años», explica Paolo Tumminelli, profesor de diseño de la Universidad Técnica de Colonia, en el oeste de Alemania. Un «concept car» permite sobrellevar este tiempo de espera, aumenta la expectación y genera atención.
Los estudios, como también se llaman a los prototipos, pueden mostrar «lo que es técnica y visualmente posible», añade el catedrático Stefan Bratzel, del Centro de Gestión Automotriz de Bergisch Gladbach, cerca de Colonia.
Además, con ellos, los fabricantes pueden ver las reacciones del público y obtener conclusiones para la producción en serie.
Los estudios evolucionan con el tiempo
La naturaleza de los estudios cambia con el tiempo. En la década de 1970 la atención se centró en la seguridad, en la de 1980 en la aerodinámica y en la de 1990 en la tradición. Desde hace algunos años, los «concept car» se lanzaron con cada vez mayor frecuencia al campo de la movilidad eléctrica y la conducción autónoma.
Si los prototipos se ven muy espaciosos, con pocos asientos, sistemas de retención y puertas, tienen pocas posibilidades de entrar en la producción en serie. Por lo que pasan a ser simples visiones futuristas de la movilidad urbana.
Entre este tipo de estudios visionarios se cuenta el Audi AI:ME, el Renault Trezor, los Nissan Ariya Concept e IMQ Concept, y los Toyota ME.WE y Mirai Concept.
Incluso los coches llamativos pueden ser de serie
Para fabricantes como Mercedes, los estudios son apetitosos y auténticos embajadores. «Se basan en vehículos que serán producidos en el futuro y su cometido es abrir el apetito por el nuevo coche», asegura el diseñador jefe de Daimler, Gorden Wagener.
Con el recientemente presentado AVTR, Mercedes se mueve en el campo de la sostenibilidad. Se trata de un vehículo que se comporta como un organismo, que puede ser experimentado con todos los sentidos, que combina tecnología y sostenibilidad, y además está fabricado con materiales reciclables.
«Para nosotros, los coches de exhibición son coches llamativos, vehículos irracionales surgidos del diseño y no relacionados directamente con la producción en serie, pero que atraen mucha atención», añade Wagener.
«Además, los diseñadores los utilizamos para obtener nuevas inspiraciones, porque miramos a diez años vista hacia el futuro», prosigue, asegurando que esto incrementa la creatividad, lo que también revierte en los vehículos de serie.
El enfoque concreto de cara a la producción en serie
El proyecto de un coche cuesta mucho dinero, entre 500 y 1.000 millones de euros (entre 550 y 1.100 millones de dólares), según el modelo. Estos costes incluyen el desarrollo, la construcción, la adaptación de la producción y el diseño.
«El área de diseño es pequeña, pero inmensamente importante», dice el diseñador jefe de Volkswagen, Klaus Bischoff. En Volkswagen trabajan unos 400 diseñadores, con más de 10.000 ingenieros, que deben convencer de los méritos de un nuevo diseño primero a los departamentos internos antes que a los clientes.
«Valoramos las reacciones y desarrollamos los estudios hasta llegar a la producción en serie», explica Bischoff. Por ejemplo, hace una década aparecieron por primera vez los retrovisores exteriores con tecnología digital y cámara y ahora ya los lleva el Audi E-Tron.
Para Bischoff, el trabajo desarrollado en la retro «Bulli» ID Buzz es fruto de casi 20 años de desarrollo. «Las normativas legales, como la protección de los peatones, no permitían llegar a la producción en serie. Ahora, con el nuevo kit eléctrico, ya es posible», explica, para anunciar que estará en el mercado en 2022.
Por Fabian Hoberg (dpa)