(dpa) – La comodidad en casa lo es todo. Cuando uno no se siente a gusto donde está, jamás lo verá como su hogar. Ese punto tan fundamental hoy parece ir de la mano de la alta tecnología y el «hygge», aspectos ineludibles al pensar las casas del futuro. Tal es así que en las ferias de arquitectura y diseño de interiores de 2019 se ve una clara fusión de ambos elementos: se prioriza el relax y la invitación al descanso y la serenidad en casa sin descuidar los momentos de tecnología o de conexión que también son capaces de proporcionarnos placer.
Los almohadones mullidos, las formas redondas y los colores pastel no son antagónicos con la casa inteligente. La tecnología no tiene por qué ser fría, ni estéril, sino todo lo contrario, combinada con los elementos adecuados puede generar una combinación perfecta que por momentos nos hará sentir en el paraíso.
Pero expliquemos los conceptos básicos. Para quienes nunca han oído hablar del «hygge»: se trata de un concepto danés que describe lo que debería tener un ambiente para poder ser un hogar: «una atmósfera acogedora que podamos compartir en buena compañía».
Ursula Geismann, de la Asociación de la Industria del Mueble de Alemania, confirma esta tendencia. En sus palabras, hoy vivimos como «neandertales digitales», como seres que quieren estar en su cueva y al mismo tiempo vivir en la red global.
Al neandertal le gusta refugiarse en su habitación decorada en un estilo clásico o tradicional, tener una chimenea donde arda el fuego en las tardes de invierno, pero, simultáneamente, ver una película en la tableta o seguir las fluctuaciones de las acciones en Tokio desde su sofá. «Si bien la sociedad ha cambiado muchísimo, el hogar sigue siendo un nido», reflexiona la alemana.
¿Qué consecuencias tienen estos cambios en el diseño de muebles? Se utilizan muchas más telas, es decir, fundas suaves, texturas que inviten a acariciarlas o abrazarlas. Lo mismo sucede con las formas, que son más bien redondas y remiten a momentos del pasado. Siguen siendo muy demandados los muebles al estilo de mediados de siglo, comenta Geismann, en particular los diseñados entre las décadas de 1940 y 1960, «pero también se ven objetos que remiten a los 70», apunta.
El comeback de diseños pasados es tendencia desde hace algunas temporadas, tal vez porque buscamos en los objetos momentos perdidos o la atmósfera de épocas en las que no existía Internet y todo parecía desarrollarse a un ritmo menos acelerado. A menudo al estar en un contexto de contención, hogareño, pareciéramos necesitar menos el móvil, o al menos querer dejarlo a un costado. Y eso es lo que se busca generar actualmente en el diseño de interiores. Un espacio que nos invite a serenarnos y a desconectar, al menos por unos momentos.
«También ha vuelto a ser muy apreciada la fabriación artesanal de muebles», comenta Markus Majerus, de la Feria del Mueble de Colonia. Y así es como los muebles antiguos son muy requeridos como objeto de valor.
«El móvil, la notebook, la tableta… sí, son importantes, pero también tienen una importancia crucial los muebles predilectos, esos que nos da gusto ver, que nos transmiten una sensación de hogar o de añoranza», opina el experto.
Majerus observa que muchos jóvenes están muy predispuestos a invertir en unas pocas piezas, pero buenas, que les remitan a su historia. «A veces son objetos que traen de sus viajes o muebles que conocen desde la infancia. Son objetos que recuerdan ciertas etapas y formas de vida», reflexiona.
Son muebles incluso buscados por aquellos que suelen estar cambiando de domicilio con mucha frecuencia o viajando por el mundo. Los conocidos como «nómades digitales» suelen tener unas pocas pertenencias que los acompañan a todas partes, y de ese mismo modo se manejan con los muebles y objetos de decoración del sitio en el que viven.
Por Simone Andrea Mayer (dpa)