Qué pregunta más peliaguda. Aquí cada uno tendrá sus propias opiniones y es difícil, más que eso, dificilísimo ponerse de acuerdo. Tus padres pensarán una cosa, tus suegros otra, los amigos os aconsejan algo que no tiene nada que ver con los deseos de la familia… pero, ¿qué queréis vosotros?
Las personas más importantes de esta celebración
Queridos novios, empezad por asumir algo: las estrellas de esto sois vosotros. Sí, sabemos que queréis mucho a la abuela, a la mejor amiga, al primo del alma. No lo discutimos en absoluto, pero no son ellos los que se van a casar en vuestra boda.
Si estáis pensando que este punto de vista es egoísta, sacároslo de la cabeza, no es así. Este razonamiento es más que justo y necesario. Si empezáis a escuchar la opinión de todo el mundo, creednos, os van a volver bien locos y va a haber más de un problema.
Estos momentos de planificación son emocionantes, ilusionantes e incluso divertidos. Pero como no se gestionen bien también pueden suponer un auténtico calvario de discusiones, peleas y desencuentros. Nada de todo esto tiene sentido, las bodas están para disfrutar.
Y cuando decimos disfrutar no nos referimos al momento clave solamente. No, nada de eso. La boda se disfruta desde el momento del Sí quiero, o cuando se toma la decisión entre ambos, hasta mucho después de que las luces se hayan apagado y todos los invitados se hayan ido a casa.
El recuerdo debe perdurar para siempre, así que tú eliges lo que quieres que se te quede grabado en la memoria: algo increíblemente fantástico o algo que mejor olvidar cuanto antes y pasar página al siguiente capítulo de tu vida.
La segunda opción no es realmente una elección para absolutamente ninguno de los novios que puedan estar leyendo esto. Por eso precisamente debéis centraros en vuestras preferencias, gustos y deseos. Si a veces ya es difícil ponerse de acuerdo dos, ¿os imagináis lo que sería decidir entre todos?
Por más familiares que seáis, no consintáis esto. La persona más importante es tu pareja, sus necesidades, antojos e intenciones. Y para ella debe de ser lo mismo, centrarse en lo que quieres tú, pero, sobre todo, en lo que queréis los dos como dúo, ni más ni menos.
Una vez que esto os haya quedado muy claro, vais a tener que enfrentaros a todo tipo de decisiones difíciles, entre ellas, elegir el lugar de la celebración. En otras épocas esto no daba lugar a muchos problemas, se celebraba en un restaurante o en un hotel, no había muchas más posibilidades.
Hoy en día, el abanico es amplio y abrumador: además de los consabidos restaurantes y hoteles, existen caterings que organizan bodas en el campo, en la playa, en casas rurales, masías, cortijos, barcos e incluso en el jardín de tu propia casa.
¿Cómo tomar una buena decisión entonces? Muy sencillo, buscad dentro de vuestra personalidad. Seguro que tenéis claro si sois gente de mar, de montaña, más clásicos, más atrevidos, más innovadores o tradicionales. En base a esto, descartad opciones.
¿Os gusta montar todo a vuestro aire y estar poco limitados? Pues entonces una finca para bodas es la mejor elección. Si ya le estáis dando vueltas a la idea de alquilar una finca para bodas en Madrid o una finca para eventos en Madrid es posible que os identifiquéis con este perfil de novios.
En las fincas vosotros podéis decidir prácticamente todos los detalles. Tienen pocas limitaciones, desde luego muchas menos de las que tienen los hoteles o restaurantes. Se trata de lugares apartados, donde podréis tener vuestra privacidad sin compartir con nadie más el escenario.
Además, muchos aspectos son completamente personalizables, como la decoración elegida, la gastronomía, la música, las sorpresas…es habitual que incluso los fuegos artificiales estén permitidos. En definitiva, el lugar perfecto si tenéis mucha imaginación y ganas.
Montarse la boda de vuestros sueños no va a ser sencillo. Eso os lo avisamos con antelación. Requiere de esfuerzo y paciencia a raudales, pero como todo lo que cuesta, lleva apareada una buena recompensa: uno de los días más felices de vuestras vidas.
No perdáis este objetivo de vista y casaos donde más os apetezca. ¡Como si es debajo del mar! Incluso si es solos en la otra punta del mundo o en una boda multitudinaria en la plaza del pueblo. La decisión es solamente vuestra. Con el paso de los años, agradeceréis haberlo tenido en cuenta.
Un último consejo: considerad que nunca nada es perfecto y no os frustréis si algún detalle no sale como lo esperado. Es muy normal que los planes puedan cambiar, y no pasa nada. Para disfrutar hay que ser flexibles y poner buena cara ante los posibles imprevistos. ¡Feliz boda!