Núremberg (Alemania), 28 jul (dpa) – ¿Reír en lugar de mascar chicle? El cabaretista germano Oliver Tissot ha montado una particular máquina expendedora de chistes en Núremberg, en el sur de Alemania.
De momento, 200 frases graciosas esperan en las tradicionales bolitas de plástico, en una antigua máquina de venta de chicles transformada para la ocasión, a que un interesado compre alguna de las cápsulas por 20 céntimos.
«Ahora hay que ver cómo de grande es la demanda de chistes en el barrio», comentó Tissot. Sin embargo, este artilugio es un anacronismo, reconoció. «¿Quién paga 20 céntimos por algo que pueden tener en sus celulares mil veces gratis?», reflexionó.
En su opinión, al menos ha diseñado los papeles con los chistes de manera «bonita», aunque los interesados de mayor edad deberán valerse de sus gafas para poder leerlas por el pequeño tamaño de su letra.
De momento su máquina ya despierta la sonrisa de los transeúntes. «Se ríen sin necesidad de chiste con solo ver la expendedora. Ese era el objetivo».
Tissot compró la máquina de chicles en una subasta, la modificó él mismo, la pintó y adquirió las cápsulas de plástico a un mayorista de máquinas expendedoras. Al final, todo ascendió a un coste de 200 euros. Tendré que vender muchos chistes para recuperar el dinero, bromeó el artista.