KUKS (dpa) – Riberas verdes, arquitectura urbana barroca y rocas volcánicas: el tramo checo de la ruta cicloturista por el Elba promete muchas experiencias bonitas.
Desgraciadamente, llueve a cántaros cuando queremos iniciar el tour, de varios días, por lo que el guía, Sven Czastka, propone que nos saltemos el primer tramo de la ruta, que va del lugar donde nace el río Elba, cerca de la ciudad de Spindleruv Mlyn, en las Montañas de los Gigantes, a la ciudad de Kuks.
Sin embargo, también en Kuks hace mal tiempo, por lo que decidimos, antes de recorrer los primeros kilómetros en bicicleta eléctrica, visitar el monasterio de la época barroca, que ha sido renovado ampliamente. En el monasterio se pueden ver pinturas murales y esculturas del siglo XVII.
Cuando por fin montamos en bici para iniciar el tour, gruesas gotas de agua golpean el asfalto. Después de 38 kilómetros, en Hradec Kralove, los dedos están húmedos y fríos. Afortunadamente, Jiri Stejskal abrió hace seis años en esta localidad una tienda de chocolate, «Jordi’s chocolate». El dueño recibe a los ciclistas empapados con chocolate con chile y ron.
A la mañana siguiente, el cielo sigue estando gris pero al menos ha dejado de llover. Nos desviamos de la ruta para visitar el hipódromo de Pardubice. Justamente cuando llegamos, acaba de comenzar una carrera de carruajes deportivos.
Unos kilómetros más adelante, la ruta cicloturista pasa junto al criadero nacional de caballos de Kladruby. Sobre el pasto intensamente verde corretean con sus melenas al viento caballos Kladruber, una de razas equinas más antiguas de Europa.
El siguiente destino del tour en bicicleta eléctrica es Kutna Hora. Esta ciudad está un poco alejada del Elba, pero el desvío vale la pena. A finales del siglo XIII, la plata convirtió a Kutna Hora en una de las ciudades más ricas de Bohemia. Actualmente, el centro histórico de la ciudad figura en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Con su imponente arquitectura, la catedral de Santa Bárbara deja maravillado al visitante.
El camino a Melnik vía Brandys nad Labem pasa en Stara Boleslav junto a la basílica en cuya puerta, según la leyenda, el santo patrón checo Wenceslao fue asesinado por su hermano. Después de pasar por Kostelec, el camino es pedregoso, lleno de baches. Tras un recorrido de unos 70 kilómetros llegamos a Melnik.
A la mañana siguiente, el sol rápidamente hace desaparecer la niebla sobre el Elba. El próximo destino es Libotenice, que alberga la mayor exposición de huevos de Pascua de la República Checa, un sinnúmero de huevos encerados, teñidos con técnica batik, grabados y pegados con paja en todos los colores.
Continuamos la ruta en dirección a Terezin, Theresienstadt en alemán. Los nazis convirtieron la ciudad en un campo de concentración para los judíos de Bohemia y Moravia. De los aproximadamente 141.000 judíos internados en Terezin solo sobrevivieron unos 19.000. Más de 33.000 personas murieron allí, unas 88.000 fueron deportadas y, en su mayoría, asesinadas en otros campos.
Poco después de dejar atrás Terezin comienza el tramo más bonito del tour en bicicleta. En las estribaciones de las bajas montañas de Bohemia, la ruta pasa junto a campos de lúpulo seguidos de viñedos. Hace mucho tiempo, aquí había una serie de conos volcánicos. Hasta el día de hoy, la ceniza volcánica le da al suelo una mineralidad especial que también beneficia al vino.
En Usti nad Labem visitamos el Castillo de Strekov, una ruina de un castillo gótico del siglo XIV. Gracias a la bicicleta eléctrica, la subida al castillo no es ningún problema. Desde arriba se tiene una buena vista panorámica de la ciudad industrial.
El centro histórico de la ciudad ofrece una mezcla interesante de arquitectura barroca, art nouveau y conjuntos de viviendas construidos con placas prefabricadas de hormigón armado, al estilo de la antigua República Democrática Alemana.
La última etapa, de 28 kilómetros, nos lleva de Usti a Decin, «una Meca para turistas activos», dice Czasta. Aquí hay mucha actividad deportiva: por el Elba se desplazan muchas canoas y botes neumáticos. Ciclistas de montaña y senderistas suben a las crestas de arenisca y también hay escaladas.
Solo pocos kilómetros separan a Decin de Schmilka, en el lado alemán de la frontera, donde a ambos lados del Elba se alzan rocas de arenisca. Aquí, en el último tramo de la ruta cicloturista de 243 kilómetros, la naturaleza una vez más muestra su lado más bonito.
Informaciones: www.czechtourism.com.
Por Michael Juhran (dpa)
Foto: Petr Polak/CzechTourism/dpa-tmn